El Festival Atlántico Tenerife Noir abordó los distintos lenguajes cinematográficos en el género negro

El género negro, cuando se narra en el cine, no tiene más limitación creativa que la del director. Al menos, es lo que se desprende de la aportación del realizador y actor tinerfeño Jorge Guimerá, que en la tercera Semana Negra de Tenerife Noir se hizo cargo de la Masterclass Rodando en negro, en la que participó un considerable grupo de estudiantes de los ciclos formativos de Imagen y Sonido (IES César Manrique de Ofra) y público en general.

Tenerife Noir Tea

Las dos sesiones formativas que corrieron a cargo de Guimerá fueron las últimas intervenciones dedicadas al cine en la primera edición del Festival Atlántico de género negro que se celebró en Santa Cruz de Tenerife durante el mes de marzo. El programa se completó con cuatro proyecciones de películas del género acompañadas de coloquios con especialistas.

“Existe una ambigüedad en la definición del género negro cinematográfico que lleva a un debate en torno a si el cine negro acabó en los años 50 o si, como pienso yo, llega hasta nuestros días”, dice Jorge Guimerá para situar uno de los asuntos clave que abordó con los asistentes a su Masterclass.

La programación cinematográfica de esta primera edición de Tenerife Noir parece dar la razón al director y actor tinerfeño. En el cartel de la sala de Tenerife Espacio de las Artes (TEA), donde se proyectaron las películas de este festival, se encontraron títulos como Silencio en la nieve, de Gerardo Herrero, basada en la novela El tiempo de los emperadores extraños, de Ignacio del Valle; Por un puñado de dólares, de Sergio Leone, para ilustrar la reflexión sobre el diálogo entre el cine negro y el westernTodos los hombres del presidente, de Alan Pakula, sobre el trabajo de investigación periodística que llevó a la renuncia del presidente estadounidense Richard Nixon, y La isla mínima, de Alberto Rodríguez, considerada la mejor película negra entre las más recientes del cine español o, incluso, sin etiquetas, una de las mejores películas realizadas en este país en los últimos años, a juzgar por los 10 Premios Goya que recibió.

Los límites del género negro, en la novela y en el cine, se han ampliado y enriquecido con el transcurso del tiempo. Ni en el libro ni en la pantalla la estética y los recursos narrativos se mantienen estáticos; es la señal de que el género está más vivo que nunca y es lo que explica su capacidad para conectar con el público y para seguir creando obras maestras. Esta es una de las conclusiones que se extraen tanto de las sesiones dedicadas específicamente al cine en Tenerife Noir, como de las intervenciones exclusivamente literarias.

Igualmente, cine y novela se prestan e intercambian recursos. Novelas como las de Ignacio del Valle acaban en la pantalla porque la historia atrapa los sueños creativos de un director, pero igualmente, el ritmo del montaje en las películas más influyentes del género se aprecia en ciertos estilos narrativos, que han tomado de la pantalla la capacidad de narrar con los recursos esenciales y a un compás creado a partir de la sucesión de escenas como si fueran fotogramas.

Para el escritor que “presta” la historia de su novela al cine, la clave es saber respetar que la obra que se proyectará en la sala no es suya y será otra cosa distinta a la que escribió. Saber contenerse y no intervenir más de lo permitido o necesario es esencial para el escritor en estas situaciones. Al menos, es la experiencia de Ignacio del Valle, que pudo disfrutar así de la invitación que le hizo el equipo de Herrero  para asistir al rodaje de Silencio en la nieve, en el que tuvo además la oportunidad de trabajar con los actores Carmelo Gómez y Juan Diego Botto en la preparación de los personajes.

El negro, noirblack… trasciende la ficción y, en su afán por hacer una reflexión distante y descreída de la realidad, muchas veces se acerca al periodismo. No son pocas las novelas en las que el investigador no es un detective privado o un policía, sino un periodista, que puede ser el personaje principal de la historia o uno de sus amigos y ayudantes, como es el caso del periodista retirado militante de izquierdas y desencantado con el género humano que acompaña al comisario Herodoto Corominas en las novelas de Carlos Bassas.

La relación entre periodismo y género negro, en este caso, en el cine, fue debatida en el coloquio que siguió a la película de Alan Pakula sobre la investigación de los periodistas del The Washington Post que en 1974 concluyó con la renuncia de Nixon. La frialdad y sobriedad de esta película se acerca mucho al tono y la actitud que se espera que mantengan los medios de comunicación, al menos cuando se miden con el poder, aunque siempre los periodistas deben ser conscientes de cuáles son los intereses reales de las fuentes y a quién beneficia el resultado de su trabajo. Es una de las conclusiones a la que llegaron los periodistas Eduardo García Rojas y Jorge Dávila en el cineforum correspondiente.

El género negro evoluciona pero siempre tiene que contar con tres ingredientes: la exploración del lado oscuro del ser humano, la crítica social y esos personajes pasados de vuelta, que no creen en nada pero que en algún momento de la historia muestran una capacidad de comprometerse, de implicarse: “Ese personaje es imprescindible en el género negro”, dice Jorge Guimerá. Y Eduardo García Rojas lo encuentra también en el western como una aportación del noir a este otro tipo de películas. El debate entre el periodista, el escritor Carlos Bassas y el director tinerfeño Iván López fue muy rico, para acabar concluyendo que las relaciones noirwestern son más evidentes cuando con western se está pensando en las películas de Sergio Leone, el gran renovador de este otro gran género cinematográfico.

Cuando se habla de cine negro, de forma automática en el público la referencia es la de películas en blanco y negro con una estética determinada. “Pero se puede salir de esa estética y seguir haciendo una película negra”, dice Jorge Guimerá. “La esencia del cine negro, más allá del blanco y negro y su influencia del expresionismo alemán, los claroscuros, está en explorar el lado oscuro del ser humano, el crimen, la violencia y los personajes desesperados”, apunta el actor y director tinerfeño. “El cine negro ayudó mucho a que la expresión se multiplicara hasta el infinito, a realzar los detalles con la luz y a la libertad creativa, esto es uno de los factores que lo hace inmortal, junto a esa exploración en los contenidos”.