Textos originales de Marina Hervás publicados en el blog oficial del Festival de Música de Canarias

 

Este texto lo hemos escrito Candelaria Mª Dorta Nuñez y yo. Su voz aparece en letra normal. La mía en cursiva y entre corchetes. Hemos hecho un texto-trama, con diferentes texturas. Ahí va el experimento…

[Les cuento: este año hemos acordado con el Conservatorio superior de música de Canarias (¡Gracias Miguel! ¡Gracias Leandro!) ofrecer a alumnos de composición y/o musicología venir a conocer los entresijos del FIMC, conocer a los músicos, estar en los ensayos, etc. Candelaria seleccionó a Pedro Barboza y el Ensemble Patchwork en su paso por Tenerife. Y aquí está su relato…]

Mi experiencia como estudiante de 3º de composición del CSMC fue muy productiva y enriquecedora. Pedro Barboza y su equipo fue muy atento y nos explicó todo aquello que cuestionamos. Pudimos quedar antes del concierto y ver la partitura de una de Acciones colectivas. Nos explicó cómo él escribe una pieza donde introduce la improvisación contemporánea como elemento principal. [Es decir, Barboza nos contó de dónde toma inspiración o criterio para la construcción del ensamblaje melódico, el guión sobre el cual luego improvisan]. Es un aspecto muy interesante porque a veces los compositores no sabemos escribir lo que queremos, y una visión experta nos puede aclarar muchas cosas.  Barboza escribe a mano sus partituras y es de gran importancia conocer el significado de la representación gráfica de lo que quiere conseguir. [La mayor parte de las obras contemporáneas vienen con una “leyenda”, es decir, una relación entre representación gráfica y la descripción sonora de lo que tal representación implica].  De su charla, nos llevamos varias reflexiones, como por ejemplo, que en su caso la composición es una improvisación escrita y que una buena virtud es la búsqueda permanente de sonidos, sin discriminación de ningún tipo. [Y es que Pedro Barboza y el Patchwork ensemble tiene como uno de sus lugares de trabajo la exploración tímbrica sin límites de su instrumento].

Fue muy enriquecedora la visión de los intérpretes, de hecho, Barboza nos comentaba lo importante e interesante que es trabajar con ellos, ya que entre todos descubren nuevas posibilidades sonoras y, por tanto, las pueden utilizar luego en la improvisación/composición. [Claro, nos decía, cada uno conoce muy bien su instrumento, sabe qué sonidos son posibles, hasta dónde se puede estirar el sonido]. Más tarde, tuvimos la suerte de ver cómo trabajaba el encargado de la electrónica en vivo, que utiliza el software Max. Sobre él nos explicó que hay infinidad de parámetros a modificar y manipular [antes, durante y después del concierto].  Y pudimos ver el set de percusión [Candelaria es percusionista] con las numerosas baquetas con las que luego se extraería diferentes efectos y sonidos, entre ellas vimos mazas de timbal, de caja, pinchos de madera, con punta de goma,…

Todo lo que nos enseñaron, se plasmó en las obras que luego pudimos ver:

En Simpatía para guitarra eléctrica, dos cajas y Max, observamos un elemento novedoso; la resonancia por simpatía de cajas. Ya había visto la resonancia por simpatía en el piano, pero con cajas… ¡Alucinante!. Cuando Barboza llegaba a ciertas frecuencias/sonidos, los bordones de la caja vibraban y sonaban como un redoble que se producía sin emisor. Además, en la propia improvisación de Barboza demostró diferentes efectos de guitarra que no se ciñeron a meros efectos esporádicos, fue una obra con técnicas extendidas como recurso estructural y cohesivo. Sonidos en la caja de la guitarra, en el mástil, en su propia mano (sonidos percusivos), en la cabeza y tras el puente. [Es una composición intimista, casi a puntos -a là Anton Webern-, donde los sonidos se expandían al mismo tiempo dentro de un todo y también dentro de sí mismos, como las mónadas de Leibniz. Todo un tratado de amor a la guitarra (en el mejor sentido del asunto, no es cursilería) y a sus colores. Considero especialmente potente la exploración del golpe, la conversión de la guitarra en instrumento percusivo].

Le siguió Acciones colectivas para guitarra, contrabajo, percusión, trompeta, programación Max e imágenes y Ori-Gen 1 para la misma formación. En ellas, se comprobó la importancia de la coactuación y la cocreación, ya que el resultado de la improvisación requiere de su coordianción y su interacción colectiva. La imágenes proyectadas cambiaban conforme a algunos sonidos (información aportada desde el ordenador de Lupprian hasta el de Salvatierra, la encargada de las imágenes) y por la propia improvisación de la intérprete visual. El resultado fue una mezcla de efectos y estilos de los propios intérpretes. [En Acciones Colectivas, que se dividía en tres, se exploró en la primera parte con el diálogo entre marcas de duración e improvisación sobre tales duraciones indeterminadas. En la segunda, Guillermo Torres, con su trompeta (la que manejaba a su antojo, extrayéndole sonoridades sucias de gran interés, en donde se hace plausible la respiración, la saliva y el sonido) y Nuria Andorrà (que realizó un trabajo excelente durante todo el concierto, con un sonido rotundísimo y un control absoluto de sus movimientos), con un platillo salían del espacio, mientras Barboza y Carlos Costa (que durante gran parte del concierto exploró la sonoridad de la madera, el material de su artefacto llamado contrabajo. El suyo fue uno de los sonidos más similares a la orfebrería, al detalle de lo pequeño) se quedaban trabajando sobre el eco, quietos. Al volver al espacio donde tocaban inicialmente los instrumentistas emigrados, comenzaba la tercera parte, que se concentró en desintegrar las continuidades construidas hasta entonces. ¿Saben? Muchos quedamos con la sensación de que la primera y la tercera parte se había dilatado en exceso. Llevo, desde que lo escuché, dándole vueltas a qué es lo que ‘excedía’. La música de hoy, al romper con las formas tradicionales , se ha quedado sin anclajes para responder a porqué empieza a sonar: muchos menos le quedan para el porqué finaliza. Llorenç Barber me decía, en una ocasión, que él empieza cuando quiere y acaba cuando piensa que el público ya no está con él. En el caso de esta segunda pieza de Barboza, no sé dónde está ese exceso, no sé dónde queda lo que desborda. Quizá es la imposibilidad, en los tiempos del hiperestímulo, de escuchar sonidos que detienen el discurrir temporal, en donde no ‘pasa nada’, pues es ahí donde pasa todo. Sigo dándole vueltas.

Ori-gen, por su parte, fue una originalísima forma de repensar la letra de dos poemas convertidos en silbo gomero y trabajados desde las letras, las palabras al todo. Especialmente a destacar fue el trabajo de percusión vocal y corporal de Barboza al comienzo de la obra, que funcionó de manera extraordinaria con el resto de los instrumentistas. Un camino claramente a seguir explorando]. 

Lo más destacable que se puede extraer de esta maravillosa oportunidad es que cada opinión, perspectiva o visión de la composición y/o de la música en sí puede aportar muchísimo, tanto en conocimiento como en experiencia personal, ya que todos estos eventos de la vida, al fin y al cabo, es lo que moldearán la forma de ser como persona y, consecuentemente, como compositor/a.

Textos originales de Marina Hervás publicados en el blog oficial del Festival de Música de Canarias