A finales de julio, se presentó en Santa Cruz de La Palma la primera obra del joven escritor Samuel Tomás, ‘Si los almendros florecen en diciembre’, con ilustraciones de Gabriel Suárez (Señor Creativo). Este periodista y sociólogo de 33 años congregó aproximadamente a 200 personas en el Castillo de Santa Catalina la capital palmera, en un acto que contó con Elsa López como madrina.

Samuel Tomás

Foto de Juancho García

 

¿Qué cuenta ‘Si los almendros florecen en diciembre’?

«Estamos ante una fábula en tanto que la historia cuenta la relación entre un niño, que no es tan niño, y una renacuaja que habita en el fondo de una fuente y que paradójicamente resulta ser una figura compleja. A partir de ahí, me aparto de la fábula porque yo no tengo una vocación moral, como sucede con las clásicas de Esopo, por ejemplo».

¿Una fábula ilustrada?

«Sí, por Gabriel Suárez, Señor Creativo. Me ha interpretado de forma exquisita. No es fácil captar la idea que otro se ha imaginado. Y él ha logrado que me he sintiera muy cómodo desde el primer momento. Es un fenómeno».

¿A qué edades te diriges?

«Me lo han preguntado bastante. A mí el sentido común me dice que a partir de los 10 ó 12 años es posible comprender la historia con claridad. De ahí en adelante, he tratado de hacer un cuento para todos los públicos, con la intención de que las interpretaciones varíen. De hecho, es probable que las emociones que describo sean más propias de adultos que de niños o niñas».

¿Qué emociones son esas?

«Las que vive cualquier persona cuando la vida le pone de frente a una situación inesperada y que teóricamente no toca o creemos que los demás no van a entender».

No toca que los almendros florezcan en diciembre…

«Efectivamente, lo hacen más tarde, en febrero en su mayoría. Pero tampoco toca que una rana te hable. Eso descoloca al personaje, le lleva por el terreno de la atracción, de la ilusión, del miedo, del rechazo a lo que está sintiendo por miedo al qué dirán. Todo ello obliga a los personajes a pensar, a decidir y a actuar.  Esto sucede a diario, en torno a multitud de situaciones. A dejar un trabajo, a emprender un viaje, cuando conocemos a una persona, etcétera.  Bien, la renacuaja representa todo ello».

Eres sociólogo y periodista, y sin embargo tu primera obra es un cuento. ¿Huyendo de la realidad?

«He pensado mucho sobre ello, porque nunca fui escritor de cuentos. Para mí ha sido una sorpresa sentir que mi primera obra lista para ser publicada fuese una fábula, más si cabe teniendo en cuenta que es la primera que escribo. Pero por suerte ha sido así y Chiado Editorial ha confiado en que el texto era bueno».

Y tras pensar en ello, ¿la conclusión cuál es?

«Yo he escrito casi siempre cuentos y relatos no infantiles, que se acercan al conflicto. Me atraen las distopías, quizá por mi formación es el género que más me atrae. Y he llegado a la conclusión de que tanto una fábula como una distopía usan una herramienta similar, exagerar la realidad para contar la verdad. Esta es una frase que me dijo en una ocasión el guionista y director de cine Chema Rodríguez. Me identifico con ella y creo que explica por qué funciona esta fábula».

¿Seguiremos entonces leyéndote por los senderos del cuento?

«Seguro, no sé si del cuento infantil, aunque alguna idea tengo y la verdad es que me he sentido muy cómodo escribiendo y defendiendo este texto.  De un pasaje de ‘Si los almendros florecen en diciembre’ sale un proyecto digital que me gustaría convertir en libro. Se llama ‘La Palabra más bonita’. Es una serie de relatos, de público claramente adulto, que transita unas veces por el conflicto emocional, psicológico y, por tanto, individual y otras por el conflicto social, político, religioso o económico, es decir, colectivo. Cada relato se arma en torno a una palabra».

El acto fue realmente emotivo y contó una madrina de excepción, Elsa López.

«Sí, tratamos de abrir el libro, de meter a los asistentes en el cuento. Tuvimos almendros en pleno Julio, colocamos una silla encarnada que tiene importancia en el texto, incluso preparamos un pequeño catering que incluía alguna tapa cuya receta está explicada en el cuento.

En cuanto a Elsa, me ha apoyado desde el primer momento y me ha ofrecido todo su cariño y, lo que es más importante, toda su profesionalidad y sinceridad. Por ejemplo, me dijo sin tapujos que el final de mi cuento que no le acaba de encajar. Y pese a que no lo cambié, creo que es lo que más agradezco».

¿Por qué no lo cambió?

«Sin desvelar el final diré que es porque este es un libro que hace hincapié en la importancia de asumir responsabilidades, de tomar decisiones.  A ello invito a los lectores y lectoras. Y para eso necesitaba que el final fuera el que escribí».

En la presentación, Elsa dijo que ‘este es un libro lleno de homenajes’. ¿Por qué?

«Porque ella sabe que encierra alusiones veladas. Por ejemplo a un buen amigo suyo y tío abuelo mío, José Pérez Vidal. En un pasaje aludo a un episodio de una obra suya en que recopila más de ochenta formas de denominar a la lluvia menuda. En el cuento lo uso para incidir en la importancia de la elección de las palabras para explicar esas situaciones que mencionaba con anterioridad y que creemos que no van a ser comprendidas. Es otro de los temas que trato y de ahí nace el proyecto ‘La Palabra más bonita’».