El concurso a director de la Fundación Auditorio Teatro, en el que ‘ganó’ Tilman Kuttenkeuler, queda probado en juicio que fue ‘digital’: se dio… ¡a dedo!
Igual caso de corrupción, clientelismo y enchufismo que se dio en el concurso a director del Festival de Música de Canarias (julio 2017), en el que 9 candidatos quedaron fuera, declarándose desierto y entregándose posteriormente el cargo a dedo a Jorge Perdigón, quien no se presentó al concurso (por no cumplir los requisitos de nivel de inglés y por NO TENER TÍTULO SUPERIOR ALGUNO, requisitos que sí se exigieron a los 9 finalistas).
Los concursos privados, a criterio de la empresa, cumpliendo legalidades del Estado Español, obviamente deben elegir a quien la empresa estime. Pero, ¿y los concursos públicos? ¿Por qué se entrega a alguien directamente vinculado al partido en el Gobierno, sin aplicar los principios legales de concurrrencia, transparencia y méritos? Sí, concurrencia libre, transparencia legal, y méritos demostrables.
El concurso a director del Festival de Música lo organizó la empresa pública Canarias Cultura en Red, que se escuda en ser empresa privada para no dar explicaciones ni publicar actas ni baremaciones. Quiero informarles de que Canarias Cultura en Red es empresa pública, sin un céntimo de inversión privada, y cuyo presupuesto se debe aprobar anualmente en el Parlamento. Es, repito por tanto, empresa pública cometiendo ilegalidades.
Mi pregunta es ¿qué podemos hacer para cambiar este grupo de lobbies que, con claridad, perjudican al público y a los artistas?
No son inocentes. Se aprovechan de que los han puesto a dedo, porque por concurso, como es el caso que aquí se denuncia, no hubiera pasado ni la primera fase de las exigencias de la convocatoria, formando parte así de la corrupción y prevaricación reinante.
Un demócrata jamás aceptaría un cargo pasando por encima de sus compañeros que honradamente cumplieron con las reglas y a los que tomaron el pelo y denigraron en una convocatoria amañada porque ya habían tomado la decisión de poner a un ‘recomendado’.
Así que solo es un dictador más que viene a aprovecharse del dinero público para engordar su cartera y su currículo, mientras tenemos a profesionales de primera por todo el mundo que no se atreven a volver a su tierra por la vergüenza que les da toda esta basura infame en la que han convertido la cultura entre los medios y la política, los lobbies de los que hablas.
Y aunque la mona se vista de seda, presidiendo prestigiosos clubs que en sus fines se encuentran «la observancia de elevadas normas de ética en las actividades profesionales y empresariales», en mona se queda.
Nino Díaz fue nombrado coordinador temporal, democratizó el acceso a la cultura llevándola a 30 municipios, abaratando los precios de las entradas, llevando a gente joven a las salas, programando más variedad de estilos y propuestas (como es obligación de lo público), ofreciendo oportunidades a compositores e intérpretes canarios como nunca antes se hizo en cantidad y permitiendo que una parte del dinero público revirtiera en los profesionales canarios en vez de irse todo fuera, llevando a 30.000 personas a disfrutar en los 49 escenarios, presentó las cuentas de forma transparente en las que por primera vez nos enteramos de quién cobraba qué y porqué, presentando una memoria en la que colaboraron todos los trabajadores, con una encuesta de satisfacción (la única en 34 años) y un Plan Estratégico en el que se analizaban los problemas perennes del Festival y las acciones correctoras.
Lo más importante es que se negó a ser director elegido a dedo, sino simplemente coordinador temporal y organizar un concurso público con un jurado integrado por directores de festivales foráneos que garantizara la transparencia, los méritos y la concurrencia. Pero de nada sirvió porque al final el jurado se confeccionó con ‘acólitos’ y presidido por el que ahora una sentencia deja claro que no fue elegido limpiamente y que, curiosamente, dejó desierto el concurso para que pudieran poner a otro acólito a dedo para que se agarra al cargo como si lo tuviera por derecho propio.
¿Dónde está la memoria del 34 FIMC? Junto con la de las ediciones 32, 31, 30, 29, etc… En los sueños de los justos.
Menos conciertos, menos públicos, entradas mucho más caras, menos participación del talento local y encima tenemos que oír el disparate de que el Festival ha tenido superávit… ¡Una entidad pública ganando dinero gracias a la cultura! ¿Estamos hablando en serio?
Cierto es que el FIMC 33 tuvo 400.000 de déficit, que estaba en la media de los últimos 10 años (más atrás ni se sabe). Pero la cultura, como la educación o la sanidad, son deficitarias (económicamente hablando). No son para hacer negocio. Son bienes preferentes. Y por otro lado, el Gobierno ha bajado la inversión en cultura del 3% que estaba en los años ochenta del presupuesto general a menos del 0,2 que llegó a estar en estos años.
Yo creo que en vez de subirse los parlamentarios el sueldo un 1,75% mientras que a los pensionistas le suben 0,25%, que inviertan en tener jóvenes cultos en vez de ‘manadas’ que luego pasa lo que pasa.