Les Rois Vagabonds nació del encuentro entre Julia Moa Caprez e Igor Sellem. El ecléctico bagaje de este dúo, que abarca desde la acrobacia hasta la música y desde la danza hasta el teatro gestual, dio lugar al deseo común de explorar el arte del clown. Desde 2008 desarrollan la historia de su dúo a través de la búsqueda de un lenguaje universal, sin palabras. Se inscriben en la tradición de clowns que, tal como los emblemáticos Grock, Buffo o Slava, hacen evolucionar su espectáculo a lo largo de toda su vida. La mitad de esta compañía suiza, Julia Moa Caprez, responde a esta entrevista.

Les Rois Vagabonds

– ¿Qué clown europeos han servido de inspiración a Les Rois Vagabonds”?

Todos los clowns que hemos cruzado en nuestro camino nos han marcado de alguna manera. Hay algunos cuyos trabajos nos toca particularmente: el universo music-hall, la virtuosidad y el personaje complejo de Grock, la poesía y la sencillez en la relación entre los dos payasos de BP Zoom, la generosidad y la relación flexible con el público de Proserpine, la inmensa presa de riesgo y la escritura a cuatro clowns de Les Chiche Capon,…

¿Se definen como payasos tradicionales o modernos?

En cuanto payasos esperamos ser intemporales. Con respecto al nuestro espectáculo, pienso que hay algo muy tradicional: la relación jerárquica entre el clown blanco y el augusto. Es un tema universal y entonces muy moderno también….

¿Son de los que reivindican el payaso de nariz roja y cara pintada?

Me gusta lo que decía la periodista francesa Armelle Martin: “Los clowns no interpretan una comedia. Si tienen una nariz roja o la cara pintada de blanco y ropa extravagante, es para revelarse mejor”. Hay payasos que necesitan mucha ropa y mucho maquillaje para mostrar sus profundos seres; otros no necesitan nada. Sin embargo, cuando llevas una nariz roja no tienes opción: estás obligado a hacer reír. 

– ¿Cree que el público ha sabido adaptarse a las nuevas tendencias artísticas de los clowns?

Sí, absolutamente. En el fondo los clowns de hoy son muy cercanos a los clowns de hace un siglo. Entre tanto, entre los años 1940 y 1980, MacDonald ha cambiado la imagen del clown y, desafortunadamente, ha marcado generaciones enteras con la idea de un clown grotesco y aterrador animando cumpleaños para niños. Muchas personas nos dicen haberse reconciliado con el clown al ver “Concierto para dos clowns”. 

– ¿Cuál es el mayor éxito de un payaso?

Hacer reír o llorar.

– ¿Cómo surge el espectáculo “Concierto para dos clowns” con el que visitarán el Festival Mueca?

Surgió del deseo de crear un espectáculo de clown derrumbando lo que en teatro se conoce como la cuarta pared. Incluso, desde la escritura de nuestro espectáculo, el público está presente, como compañero, como guía y como motor de algunas de nuestras acciones. Con respecto a la materia, construimos con todo lo que sabemos hacer…Somos músicos, acróbatas, mimos, pero es el público quien nos hace clowns.

– ¿Qué función juega en este espectáculo la música de Vivaldi, Bach, Strauss…?

Nuestra pasión por la música clásica nos brindó un pretexto simple para entrar en escena: interpretar un concierto. La simplicidad de este pretexto permite darle rienda suelta a la imaginación. Entonces, todo es posible, el intelecto puede ceder el lugar a la emoción.

– ¿Creen que el circo moderno está dando prioridad a las nuevas tecnologías en detrimento del propio artista?

El circo es un género muy vivo que se inspira y evoluciona con todo lo que lo rodea, incluyendo las nuevas tecnologías. En cada momento de su historia el circo sabía convertirse en un circo contemporáneo hablando un lenguaje actual. Quizá hay espectáculos en los que el artista está más en el fondo porque la nueva tecnología se convierte en estrella…pero creo que es un fenómeno pasajero. La fuerza del circo está en la humanidad sencilla y en la presa de riesgo que el artista comparte generosamente con el público. Eso, no se puede reemplazar por ninguna tecnología.