Amy Lives

18 de noviembre en el Teatro Pérez Galdós de Gran Canaria

19 de noviembre en el Festival Soul and Folk de La Laguna

Amy Lives

Nacida en Londres en 1983, Amy Jade Winehouse consiguió no sólo conquistar al mundo con una voz prodigiosa y un estilo musical propio. Su forma de vestirse, maquillarse y peinarse la hicieron erigirse como referente estilístico, gracias a la imagen de sus videoclips y a la que mantenía en su vida privada, volviendo a poner de plena actualidad el look beat y mod de las chicas que frecuentaban los pubs de las afueras de la city londinense.

Su exagerado peinado cardado, también denominado beehive, al más puro estilo años 50, fue sin duda su gran seña de identidad estética. Ornamentado con diademas, motivos florales y pañuelos, fue tal la sensación que causó el peinado de Amy que incluso el mismísimo Karl Lagerfeld se inspiró en ella para la colección pre fall 2008 de Chanel, haciendo que las modelos desfilaran por la pasarela con provocativos cardados emulando a la artista. La misma estela siguieron Jean Paul Gaultier o la marca Guess, inspirándose en la cantante para colecciones y campañas.

Pero si el peinado de Amy Winehouse era llamativo, su maquillaje no se quedaba atrás. Conocida por un extremo uso del eyeliner, la británica llevó esta técnica de maquillaje y belleza a una nueva dimensión, poniendo de moda una mirada ultra felina que extendía la línea del ojo hasta el final de las cejas. Pese a exagerado, este maquillaje de los años 60 casaba a la perfección con su excéntrico peinado y su estilo retro a la hora de vestir.

Por supuesto, su inconfundible estilo de vestir también pasará a la posteridad por traer de vuelta la estética retro adaptada al street style. Tanto sobre el escenario como cuando se bajaba del mismo, Amy se convertía en una pin-up del siglo XXI con sus mini vestidos, diminutos shorts, la cintura marcada con anchos cinturones y escotes generosos, las prendas con estampado animal (el leopardo era su favorito), los pantalones pitillos y las zapatillas de ballet, que se convirtieron en su calzado must have.

Amy era la anti diva, pero el mundo quiso alzarla como la nueva gran diva de la música y la moda: rebelde, sensual, descarada, con estilo propio y, sobre todo, poseedora de un talento infinito y un carisma inigualable.

«Me considero una mujer de los años 50, pero que vive en el siglo XXI”, declaró cuando iniciaba su carrera. En cuanto a estética se refiere, plasmaba a la perfección  su sentimiento. Aunque siempre echaremos de menos su música y sobre todo su inolvidable voz, la cantante británica será también recordada como uno de los grandes iconos de moda  y belleza de nuestros tiempos. Sus looks siempre destacaban por encima del resto y sus peinados, su maquillaje y su fondo de armario han sido tan únicos como su prodigiosa voz.