Fotyo de Manuel García Matos tocando el pianoBENITO CABRERA | VA POR EL AIRE

Esas formas de expresión de aquello que llamamos folclore (habitualmente traducido como “sabiduría popular”), han perdido en buena medida su contexto. Desde hace algunas generaciones, la mayoría de los bailes, canciones o expresiones literarias ligadas inicialmente al ámbito rural y patrimonio de las clases subalternas, se interpreta hoy por personas totalmente ajenas al campesinado y se teatraliza en los escenarios, como la revisión burguesa de una realidad perdida e idealizada.

El folclore -no en todos los casos, pero sí en buena medida- ha perdido funcionalidad y contexto, para transmutarse básicamente en espectáculo. En torno a la nueva revisión conceptual de la cultura popular, algunos hablan de un eslabón perdido intergeneracional, que sucedió a los cultores de la tradición natural y contextualizada. Cabe apuntar que aún quedan informantes que pueden dar buena cuenta de muchos elementos ese bagaje cultural, pero también es cierto que necesitamos del trabajo de algunos importantes recolectores y folcloristas que, a lo largo del siglo XX, hicieron un notable esfuerzo para dejarnos un legado impagable.

Es el caso de Manuel García Matos que realizó estudios de campo por toda la geografía española durante años, con el apoyo de la UNESCO, para generar una colección de grabaciones interpretadas por los propios informantes, en la línea de lo que hicieron otros folcloristas de su época, como Alan Lomax o Kurt Schindler. La gran obra de Matos fue su Magna Antología del Folclore Musical de España, publicada en 1978. Canarias estuvo también presente en esta colección, con escasos pero notables ejemplos de islas como El Hierro, Tenerife y Gran Canaria.

Con motivo del centenario del nacimiento del investigador, el pasado año se realizaron diversas reediciones y ampliaciones de esta obra de obligada referencia, que se encuentra disponible en formatos digitales y analógicos en bibliotecas, así como en diversos portales de Internet.