La expresión poner en valor, que el Diccionario del español actual, de Seco, Andrés y Ramos, define como ‘hacer que algo o alguien sea más apreciado, resaltando sus cualidades’, es una construcción adecuada en español, que sigue una pauta de formación similar a otras expresiones asentadas como poner en claro, poner en peligro y poner en cuestión.

Así, frente a verbos como valorar o valorizar, posibles alternativas a poner en valor, esta voz añade un matiz de reivindicación a lo que se valora. De modo que si se dice, por ejemplo, que «hay que poner en valor la educación», lo que se afirma es que hay que poner de relieve la importancia de la educación; mientras que si se dice que «hay que valorar la educación», lo que se hace es llamar la atención sobre el valor intrínseco de la educación, que hay que aceptar, pero sin destacarlo.

Poner en valor, sin embargo, se ha convertido en una especie de cliché que invade en muchas ocasiones el territorio de verbos como valorar, resaltar, reconocer, reivindicar…, como se puede apreciar en los siguientes ejemplos: «Los políticos no corruptos se preguntan qué tendrían que hacer para que los pongan en valor», «La gran actuación del jugador lo puso en valor ante la afición» o «Hay que poner en valor los esfuerzos del príncipe».

En estos ejemplos habría sido más apropiado escribir «Los políticos no corruptos se preguntan qué tendrían que hacer para que se los valore», «La gran actuación del jugador lo reivindicó ante la afición» o «Hay que destacar los esfuerzos del príncipe».

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