Por Victoriano Santana Sanjurjo

Portada de El Quijote TuneadoAcepta, mi distinguido lector, estas pequeñas piezas de mi última ofensa a Cervantes, este Quijote tuneado que tanto me costó hacer y que se cobró sus buenos diezmos de salud, sueño y paz durante las jornadas de su composición. Si por casualidad vieses el libro, míralo con la compasión debida y la esperada curiosidad: algo bueno tiene, no contiene doctrinas dañinas para el ánimo y el intelecto, ni persigue otro propósito que no sea el entretenimiento suave y la amable instrucción. Como pruebas de lo que apunto, esto te ofrezco…

… de la nota preliminar: «Tú y yo no sabemos dos cosas: por una parte, tú no sabes bien con cuánta alegría y deseos de complacerte escribí esto que ahora tienes entre tus manos y que (quizás) disfrutarás leyendo; por la otra, yo no sé quién eres…

Y ¿qué es esto que con tanta alegría se escribió?, te preguntarás. Esto es un libro, un simple libro; el más humilde de cuantos tienes en tu biblioteca; el más pobre de los que has visto; el menos sabio de todos, sin duda, pero el que con más cariño se ha realizado de cuantos hayas ojeado y hojeado, pues solo para ti se compuso, para esa imagen de lector ideal que tú eres para mí, aunque ahora mismo no te conozca…

Como quiero que seas el único destinatario de lo que se puede leer en las páginas de este volumen, te propongo que anotes en esta raya tu nombre: __________. Siempre que la veas a lo largo de este libro, escríbelo. De esta manera, sabrás que me dirijo a ti porque es a ti a quien me dirijo…

Sí, un libro es esto; una obrita compuesta, como verás en el índice que a continuación te reproduzco, por muchos apartados, diversos contenidos y no pocos textos. De estos últimos, los más importantes son todos aquellos que se centran en la novela que para ti he adaptado, personalizado o tuneado: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.

El resto de los escritos son, ante todo, un complemento no indispensable. Su elaboración obedece al propósito de ayudarte en varios frentes: como lector, para que puedas enfrentarte a un libro como este y, por extensión, a cualquier otro volumen impreso; como estudiante, para que puedas asumir el rol de lector y percibas los beneficios intelectuales que conlleva aceptar el de curioso; como curioso, para que conozcas al autor de la obra que nos ocupa y, de paso, aquello que considero relevante de la que ha sido considerada como primera obra de ficción de la humanidad (que dicho así suena grandioso, ¿verdad?).

¿Que cómo se debe leer este libro? Como quieras: puedes pasar de todos los complementos e irte directamente al texto de Cervantes, que comienza en la página 84; puedes curiosear en eso del viaje lector [9] y decidir si prefieres ser un lector «sedentario» (alguien capaz de descifrar letras) o un lector «nómada» (quien además de descifrar letras es capaz de imaginárselas e ir con ellas a cualquier lugar, sea o no real); puedes fisgonear en el tramo vital de Cervantes [39] o entretenerte con el diccionario [205]; también puedes curiosear en los agradecimientos del final [231] o saltear los capítulos de la novela que he comprimido en dosis (creo que digestivas): ¿qué nos impide empezar por el capítulo 7 y seguir luego por el 3, 8, 2, etc.? Y, cómo no, puedes quedarte contemplando, como si estuvieses en una pinacoteca, las maravillosas ilustraciones de mi hermana (¡gracias, Nuria!).

Este libro es tuyo. Aunque tiene mucho que contarte, ahora está mudo. Solo hablará si tú quieres que hable… ¿Quieres? ¿Quieres que te cuente todo lo que deseo compartir contigo? ¿Quieres subirte conmigo a este barco que hasta ahora había hecho sus viajes por medio de la oralidad (conferencias, charlas…) y que desde este momento, contigo, surcará el océano sobre las palabras impresas? ¿Quieres probar los manjares de citas, pensamientos, fragmentos, conclusiones, juicios, creencias… con los que he alimentado mi ánimo cervantino durante más años de los que te puedas imaginar y que he compartido con muchos comensales en más ocasiones de las que te puedas suponer? ¿Quieres ser ahora mi comensal?».

 

… sobre las preguntas en torno al Quijote: «En siete preguntas, no más, he fijado aquello que me apetece compartir contigo sobre el Quijote. Sé que son pocas, pero sé también que son suficientes. Los libros inmortales, y la obra que nos ocupa es uno de ellos, tienen la virtud de hacer que nos preguntemos hasta por los detalles que en apariencia son más insignificantes, y que al mismo tiempo consideremos que cualquier pregunta puede quedarse bien aparcada a un lado, puesto que el libro en sí mismo ya es una enorme respuesta.

Los libros son como los mares: a medida que se profundiza en ellos, se descubren otros mundos que pasan desapercibidos en las capas superficiales. En lo que podemos denominar como Nivel 1, el de la simple lectura, los libros inmortales nos llenan de gozo y admiración, elevan nuestro ánimo, se adhieren a nuestro entendimiento y cosmovisión, y logran que bendigamos todas y cada una de las horas entregadas a ellos. Si los dejásemos ahí, en este nivel, el libro de turno ya se habría ganado de manera imperecedera nuestra voluntad.

Pero los seres humanos somos curiosos y siempre queremos más de algo que haya calado tan hondamente en nosotros (así funciona el amor, ¿no?). En consecuencia, empezamos a hacernos preguntas y, casi sin darnos cuenta, vamos descendiendo al Nivel 2 con las respuestas (o ascendemos; vamos, lo que a uno mejor le parezca). Más tarde, comenzamos a elaborar reflexiones y conclusiones autónomas… Hemos llegado al Nivel 3; y así, sucesivamente, hasta que nos convertimos en «buzos profesionales».

El Quijote es una auténtica Fosa de las Marianas, pues siempre se hallan razones con su lectura para ir más allá; para buscar, interpretar, deducir, concluir… sobre todo lo que nos cuenta el narrador y sus personajes dicen. […]

Al referido Nivel 1 quizás llegues con la lectura de la edición que he tuneado para ti; para llegar al segundo nivel, posiblemente te sean de ayuda estas siete preguntas que se han formulado con la voluntad de seguir uno de los principios clave del periodismo: que todas las noticias den respuesta con claridad al qué, cuándo, dónde, quién, cómo, cuánto y por qué del hecho noticiable».

 

… sobre la vida de Cervantes: «Miguel de Cervantes fue un ser humano. Esta afirmación, que puede parecerte una perogrullada, tiene su importancia: fue un ser humano igual que tú o yo; igual que todas las personas que conoces y las que no conoces; semejante a todos los que ves y a los que, sin verlos ni conocerlos, te imaginas que existen. ¿Conoces a alguien que sea de Amderma? No es una broma: Amderma existe. El hecho de que, con toda probabilidad, no conozcas a nadie de allí no te lleva a sostener que los humanos de Amderma no tienen el mismo aspecto que tú (una cabeza, dos brazos, dos piernas, etc.) ni que los humanos de Amderma tengan una evolución biológica diferente (nacen, crecen, se reproducen y mueren como cualquier otro humano), ni que carezcan de las mismas necesidades básicas o debilidades propias del género humano (deben alimentarse, deben dormir, pueden enfermar, etc.). Conclusión: tú, yo, Cervantes y nuestros desconocidos de Amderma son humanos y, en consecuencia, tenemos más similitudes de las que puedas imaginarte.

Las razones sobre la «humanidad» de Cervantes debes verlas en mi interés por que no lo concibas como un ser superior; como alguien que, por el mero hecho de haber escrito el libro de ficción más importante de la literatura universal, tuvo una vida ejemplar, modélica… y que nació tocado por una varita mágica que a ti o a mí nunca nos llegará ni a rozar. Cervantes era un tipo normal, muy normal: con sus virtudes y sus defectos; y con sus necesidades diarias de alimentos, descanso, etc. Alguien que se enfadaba, que tenía sus manías y cuyas aficiones no eran ni mejores ni peores que las de cualquier otro vecino o familiar suyo o tuyo: unos, pintaban; otros, cuidaban flores; algunos se entretenían haciendo gamberradas y nuestro protagonista, al parecer, era aficionado a la lectura y tenía cierto talento para escribir. Así pasaba el rato cuando no se dedicaba a los menesteres laborales que todos los adultos llevan realizando desde que existe el ser humano en la Tierra.

En el capítulo XVIII de la primera parte del Quijote, se puede leer cómo don Quijote le dice a Sancho: «[…] no es un hombre más que otro, si no hace más que otro […]». La expresión, que proviene de un proverbio, nos permite igualar a todos los hombres por su condición y distinguirlos por sus hechos; y los hechos de Cervantes no son otros que su legado literario, las obras que compuso y que al día de hoy seguimos disfrutando, admirando y, en la medida de nuestras posibilidades, difundiendo. Deberemos, pues, juzgar a Cervantes por el acierto o no que ha tenido a la hora de componer una historia o pieza teatral, por lo entretenido que nos ha podido parecer este o aquel pasaje, o por lo insufrible que nos resulta la lectura de tal estrofa o el soliloquio del personaje X de su obra Y.

La admiración a una persona por algo que haya realizado no debe confundirse con su «beatificación». Cervantes, Velázquez, Mozart, Freddie Mercury…, tu cantante o actor favoritos…, fascinan por sus obras, por su legado creativo, y es justo que se les reconozca el beneficio que para la sociedad ha supuesto el desarrollo de su talento, pero ahí debe quedar todo. Valoremos lo que hicieron, contemplémoslo, admirémoslo y difundámoslo, pero no caigamos en la trampa de subirlos a los erróneos pedestales de la consideración como seres humanos perfectos. El término «perfección» no puede ni debe ser aplicado a los humanos (ni a Cervantes, ni a ti, ni a mí, ni a…): los errores, bajezas, debilidades… son tan propios de nuestra condición humana como los aciertos, aquello que nos ennoblece y lo que nos fortalece».

 

… sobre la edición: «[…] Este Quijote que ahora te ofrezco está tuneado; o sea, que lo he personalizado para que se ajuste, por un lado, a lo que yo creo que es lo más interesante de la primera parte, la publicada en 1605; por otro lado, para que posea la versión que te ofrezco algunos contenidos que no están presentes en el texto literario, pero que me hubiese gustado ver porque los considero relevantes para mi cosmovisión del mundo cervantino. Resalto el determinante mi porque entiendo que es importante que quede claro que los añadidos al texto de la novela son una invención. Cuando aparezcan, ya te avisaré; descuida…

La selección de «lo más interesante de la primera parte» obedece al deseo de acercarte el Quijote y predisponerte para que tu curiosidad te conduzca al texto completo. Con ello, el principal objetivo de este libro se verá cumplido.

Por favor, ten presente que mucho ha sido lo que se ha quitado y no poco lo que ha sido modificado. Con respecto a lo primero, solo puedo darte estas cifras más que elocuentes: la primera parte del Quijote tiene 52 capítulos y suele ocupar cerca de medio millar de páginas en cualquier edición actual, contando con los preliminares, que ocupan unas pocas; la que te ofrezco, distribuye su contenido en diez capítulos y ronda las cien páginas. […]

Las modificaciones (la personalización, el «tuneo»…) persiguen que las abundantes supresiones no impidan la consecución de un texto cohesionado en su estructura y coherente en su contenido; un texto que, aun siendo diferente al original, no impida que sean visibles los vínculos que le atan y le deben atar a la novela que en 1605 vio la luz. […]

Un apunte más y termino con este enunciado. Veamos: como hablante del español de Canarias, he procurado que mi uso del idioma esté presente en la edición. Por un lado, porque me resulta más cómodo un «no huyan» que un «no huyáis», por poner un ejemplo; por el otro, porque todo el camino que he recorrido con Cervantes a mi lado durante muchos años lo he hecho desde las aulas y foros donde los alumnos y el público en general eran partícipes conmigo de la misma variedad dialectal. A ellos les he hablado en todo este tiempo como ahora te escribo y la esencia de todas las palabras dictadas está, de algún modo, presente en estas páginas […]».

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El Quijote (1605) tuneado. Adaptación, introducción, complementos y actividades de Victoriano Santana Sanjurjo. Ilustraciones de Nuria Santana Sanjurjo. Las Palmas de Gran Canaria : Mercurio Editorial. ISBN: 978-84-15148-50-0.