Foto The Sugar Hill Band
Aquello fue lo que le hizo a Toba colgar el micrófono y dejar la música. Ese parón duró casi diez años. Pero siempre hay algo que lleva uno dentro y acaba aflorando. Fundó una familia y todo eso, se hizo empresario… Y un buen día hablando con viejos compañeros de batalla pensó en volver a ensayar, sólo como hobby, por puro gusto para el cuerpo y la mente, como una terapia, como el que va a darse un masaje a la sauna o a hacer ala delta. Así se gestó Sobrecarga, una superbanda. Ensayo, ensayo y más ensayo, esa era la filosofía del grupo. Un buen día de 1985 decidieron tocar en directo, dar su primer concierto. Y lo hicieron en el Utopía, un Disco Pub que era lo último en aquel momento, en la zona del Puerto. Fue todo un éxito y la legión de seguidores empezó a perseguirles por el Pub Triana y por El Pool (luego Cuasquias, en la segunda etapa tras su sede en Venegas), local que se convirtió en su club social y que llenaban a rebosar en cada actuación.

Así entran en los noventa y son contratados para cerrar festivales tan multitudinarios como la final de la Muestra de Pop Rock de 1993 celebrada en la Feria del Atlántico o en el Homenaje a Pepe Torres que tuvo lugar en El Refugio. Se presentan en el CICCA y recorren las terrazas del Puerto con asiduidad. Se convierten en la banda que más toca en un momento en el que no hay casi locales (esa sequía que viene desde el 75 cuando Toba abandona). Son venerados por veteranos y pipiolines de última generación que se sorprenden de que pueda existir una banda como Sobrecarga, todos vestidos de pingüino y con un sonido potente y compacto, con un directo arrollador (“Para tocar R&B hay que vestirse de etiqueta”, afirma Toba). Su repertorio es negro, muy negro: Otis Reding, Sam & Dave, Ray Charles –el padre del R&B para Toba-, Tina Turner, Aretha Franklin, Marvin Gay, James Brown, Diana Ross…, con alguna concesión a la Creedence o Joe Cocker. “Se trata de autores que sin tener voces prodigiosas lo que sí tienen son sentimientos prodigiosos”, concluye Toba al hablar de los cantantes de color que han marcado su carrera. Entre los blancos admira también a Eric Burdon y Steve Winwood, pero reconoce que los músicos de color son los verdaderos padres de la música contemporánea.

La banda incorpora desde el comienzo a dos voces femeninas que tienen su protagonismo en los conciertos, María y Niwy, haciendo de solistas en varios temas. Toba admira a las grandes voces femeninas del soul y eso se nota en el espectáculo de Sobrecarga. Para él en R&B las féminas han jugado un papel muy importante, confesándose admirador de Diana Ross, Etha James, Carla Thomas, Aretha Franklin (“la gran Aretha”, como la nombra siempre Toba)…

En el 93 editan mil copias de su disco Soul (Digitron/VMC, 1993), que desaparecen con rapidez gracias a la solvencia de sus seguidores. En ese momento salen en la foto: Niwy Cardenes, voz; María R. Robaina, voz; Patxi Aldai, teclado; Amador Sammit, saxo tenor; José Antonio Ramírez, bajo; Antonio Sosa, trompeta; Raimundo Gómez, saxo alto; José Juan Cabrera, batería; Paco Marín, guitarra; Juan Manuel Alejandro, teclado, y Cristóbal, voz. Tras esta reaparición -así que pasen diez años- y el éxito que les persigue, siguen siendo, no obstante, una banda muy numerosa. A los problemas de horario para ensayar y coordinar esfuerzos y actuaciones, empiezan a surgir algunas disparidades de criterios, lógicas por otra parte en bandas con tantos componentes. Siempre que hablamos con los músicos, éstos nos dicen que Toba es el que tiene el poder aglutinador, y que en realidad no saben qué están haciendo a su edad ahí: “Porque está Toba, y eso nos anima”. (Charlando con José Cabrera en la barra del Auditorio el día de la despedida de la Sugar Hill, me decía: “Yo sigo en esto por Toba, por el ánimo que nos infunde a todos; si él lo deja, yo lo dejaré también”)

A medida que las cosas se ponen tensas en Sobrecarga, Toba, antes de que la cosa vaya a más, decide abandonar la banda. Con él, en un principio sólo se van Niwy y María (aunque posteriormente se hayan ido sumando otros componentes, y las voces femeninas hayan pasado a ser Pilar y dos nuevas cantantes negras que hacen el tour europeo: Sinetha Foxter y Eartha Sims). Así surge la Sugar Hill Band. Sobrecarga sigue tocando durante una temporada, pero acaba desapareciendo. Sugar Hill es otra superbanda que recorre de nuevo locales y terrazas de la capital, se desplaza a otras islas e incluso es contratada para una minigira por la Península. El nombre viene de un barrio negro y pobre en su origen, de Nueva York, a pesar de que hoy es una zona de oficinas y rascacielos. Como ellos lo que hacen es música negra, pues ese nombre les vino bien. En el 99 publican el disco: Some kind of wonderful (Jesiisma, 1999), con regreso a sus autores favoritos: Otis Redding, Big Joe Turner, Isaac Hayes, Ray Charles, y algún clásico hecho popular por Janis Joplin, Aretha Franklin o los mismísimos Stones. Todo ello junto al tema que da título al disco obra de Huey Lewis & The News, y una versión de un tema de Los Canarios. Óptima elección, pues se trata de Requien for a soul, un tema que Teddy compuso en homenaje a Otis Reding, tras su prematura y repentina muerte, como un reconocimiento a uno de los clásicos del género que más le habían influido; y esto le sucede también a Toba, ya que durante una época de Sobrecarga, Otis es la principal referencia (como así queda constancia en el disco de la banda). Curiosas las coincidencias de estos dos músicos: uno, bañado de fama y reconocimiento popular, presidente de la SGAE y de sociedades de autores hispanoamericanas; el otro, condenado al reconocimiento tan solo en su pequeño terruño, pero afortunadamente todavía podemos verle subido a un escenario, desde aquellos primeros sesenta.

¿Fue Alain Milhaud el responsable de todo?