El CAAM inaugura este viernes, 14 de junio, en las salas de arte de San Antonio Abad, la exposición ‘Sinestesias’ de la artista chileno-canaria Rocío Arévalo, que se podrá visitar hasta el 1 de septiembre en este centro de arte, presidido por Larry Álvarez. La exposición reúne seis series de obras de diferentes formatos y lenguajes, que van desde la acuarela hasta el vídeo, producidas específicamente para esta exposición por la joven creadora residente en la capital grancanaria.

Sinestesias de Rocío Arévalo

‘Sinestesias’ gira en torno a la comida como metáfora de las relaciones sociales y humanas, en las que entran en juego factores culturales, identidades nacionales o cuestiones de género. En la exposición -comisariada por Suset Sánchez- se muestran obras que tienen que ver con la presión social que se ejerce hacia el cuerpo de la mujer a través de  determinados estándares visuales o en cómo de alguna forma esa presión modula la conducta alimentaria y se alcanzan grados de obsesión con la comida.

La exhibición despliega una mirada de la artista a su propio cuerpo y reflejos de sus trastornos de la conducta alimentaria, cuestiones que tienen que ver con la percepción de su propia identidad.  También reúne piezas que representan un desplazamiento desde esa mirada introspectiva de la artista hacia una compresión de su entorno social, de forma que sus preocupaciones las desplaza hacia la gente que la rodea.

La instalación mural ‘El arte de comer’  está concebida como la pieza central que se expone en la primera planta del CAAM-San Antonio Abad. Está conformada por 30 acuarelas en las que la artista crea una especie de crónica de las relaciones sociales que mantiene a lo largo de 2012. Son obras que muestran retratos de gente del mundo del arte, como galeristas, artistas, críticos o comisarios, en determinadas situaciones sociales en las que ha compartido mesa con todos ellos. Son retratos de pose inesperada que hacen alusión a las dinámicas informales en las que se negocian los valores en el ámbito del arte contemporáneo.

La segunda pieza que se exhibe también en la primera planta del centro lleva por título ‘Retratos comestibles’,una instalación con cajas de luces, en la que Arévalo juega con la importancia que para ella tiene el proceso creativo, más allá del resultado de la pieza. La creadora invitó a personas de su entorno, léase familiares, compañeros de profesión o amigos, a que realizaran acciones performáticas buscando la pose ideal y trabajando con la fotografía como medio para documentar. A partir de ahí,  reelaboró las imágenes captadas trabajando con el concepto de la identidad alterada.

En la segunda planta, museográficamente se refleja una lectura más intimista del acto de comer, con ciertos matices de soledad, de autodescubrimiento, de una identidad que el individuo se construye como sujeto particular. En este contexto exhibe la pieza ‘Bistec y papas fritas’, una gran instalación realizada sobre una de las paredes del centro de arte, interviniendo el propio muro, donde la artista trata de reinterpretar un relato que hace su madre sobre su propia infancia. Habla de la importancia que tiene para ella el hecho de sentarse en una mesa, de sus problemas alimentarios, del recuerdo y la memoria familiar y de cómo le marcó el hecho de estar en contacto con diferentes culturas en su infancia, viajando de un país a otro, en contacto con la contracultura hippie. Son recuerdos que pasan por olores, sabores, texturas de alimentos… A partir de un vídeo, intenta traducir las palabras de su madre a su propio lenguaje. Hay una negociación de la propia memoria personal. Es una intervención en el que se emplean fotos de archivos familiares o documentos como pasaportes.

La exposición incluye asimismo la pieza  ‘Somos lo que comemos’, con obras en diferentes lenguajes  (dos acuarelas, dos lienzos y cuatro vídeos) donde la artista se autorretrata devorando comida y creando una serie de imágenes en las que se produce un juego ambivalente entre esa acción de tomar alimentos con determinadas implicaciones sensuales de gestos que se realizan durante el propio acto de comer.

La obra ‘Ni crudo ni cocido’ está representada a través de dos grandes acuarelas que juegan con un imaginario barroco y que desvelan los interiores de un espacio doméstico en el que se retrata a personas en poses privadas, durante el acto íntimo de comer, con manías o fobias; en ese momento en el que a veces se pierden las formas y se mete la cuchara directamente en el caldero.

El recorrido museográfico de ‘Sinestesias’ concluye con el vídeo ‘Menú’, una pieza que reflexiona sobre las implicaciones de comer como una forma de marcar el tiempo vital, sobre cómo el momento de tomar alimentos, si bien forma un tipo de presión social sobre el cuerpo, también alude a determinados comportamientos de vigilancia en la sociedad actual a través de las dietas. Hay una metáfora entre el control del tiempo y del cuerpo en determinados horarios, con ese tiempo de trabajo de la artista. El vídeo muestra un día en la dieta de la artista con horarios, rituales, repeticiones de ciclo, como una liturgia que pesa y que inevitablemente es necesario.

CATÁLOGO
Con motivo de esta exposición el CAAM editará un catálogo con textos de su comisaria, Suset  Sánchez, el director del CAAM, Omar-Pascual Castillo, y del artista, comisario y editor de proyectos en red, Juanjo Valencia, así como una entrevista realizada a la artista Rocío Arévalo por el escritor, crítico de arte y comisario chileno residente en Nueva York, Christian Viveros-Fauné.

ACERCA DE LA ARTISTA
Rocío Arévalo (Santiago de Chile, 1974) reside en Las Palmas de Gran Canaria desde 1984. Estudió en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Las Palmas de Gran Canarias para luego licenciarse en Bellas Artes en la Universidad de La Laguna, de Santa Cruz de Tenerife.