Mañana jueves, 26 de septiembre, a las 20,00 horas, en la Casa de Colón (c/Herrería, 2, Las Palmas de Gran Canaria), presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Bravo de Laguna, inaugura la exposición ‘La magnificencia de lo moderno. Los proyectos de Miguel Martín y Juan Márquez para el Cabildo de Gran Canaria’. Al acto asiste también el coordinador general de Cultura, Patrimonio Histórico y Museos del Cabildo de Gran Canaria, Larry Álvarez,

La magnificencia de lo modernoComisariada por el arquitecto, profesor de Arquitectura de Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, José Luis Gago, la muestra permanecerá abierta en el museo americanista hasta el próximo 27 de octubre (de lunes a viernes, de 10.00 a 21.00 horas; sábados, de 10.00 a 18.00; y domingos y festivos, de 10.00 a  15.00 horas).

La exposición, que fue concebida el pasado año, coincidiendo con la celebración del Primer Centenario de la Corporación Insular, constituye un amplio recorrido documental por los planos  y dibujos arquitectónicos (muchos de ellos restaurados para la ocasión) de Miguel Martín Fernández de la Torre (1894-1980) para la ejecución del emblemático proyecto, así como de los diseños interioristas para sus dependencias realizados por Juan Márquez (1903-1980). Fotos y mobiliario forman también parte de esta muestra, al objeto de facilitar al visitante la interpretación de la misma.

Según el hoy presidente grancanario, José Miguel Bravo de Laguna, ‘La magnificencia de lo moderno’ “es un homenaje a la materialización del gran proyecto del edificio-sede del Cabildo de Gran Canaria que durante su historia ha reflejado a la perfección nuestra identidad insular; a su arquitecto estrella, Miguel Martín Fernández de la Torre, y al diseñador de interiores Juan Márquez, que reflejó en su trabajo los nuevos criterios de funcionalidad y conceptos estéticos más vanguardistas de una época”. “Todo ello sin eludir la huella que también han dejado en este edificio arquitectos posteriores”, según Bravo de Laguna, para quien estamos ante “una interesante exposición que recorre la historia de un proyecto constructivo que ha mantenido su diseño original en su adaptación a las necesidades actuales”.

“Si con la Ley de Creación de Cabildos de 1912 se modernizan democráticamente las entidades insulares en Canarias, con el encargo (…) del proyecto (…) se simboliza el punto de inflexión que experimentaría la arquitectura grancanaria al asumir el hilo conductor de las corrientes del movimiento moderno: el racionalismo funcionalista”, según Bravo de Laguna.

En ese sentido, desde su proyección en 1932 por Miguel Martín, el edificio ha sido “símbolo de una sociedad que mostraba su entusiasmo por incorporarse a los movimientos culturales de la vanguardia y, en su modernidad, hoy representa uno de los hitos fundamentales de la ciudad y su arquitectura”, según José Luis Gago.

Sin embargo, para el comisario de la exposición “es oportuno revisar el proyecto, las circunstancias que lo rodearon y los avatares a los que hubo de enfrentarse hasta que pudo ser concluido, en un período histórico comprendido entre los años anteriores y posteriores a una guerra civil que marcó, indeleblemente, la vida social”.

“En medio de aquella penuria, el nuevo edificio emerge como una propuesta renovadora  e ilusionante, a pesar de la escasez de los materiales de construcción que se requerían para la ejecución de la estructura y los acabados interiores”, recuerda el comisario de la exposición.

Las primeras dependencias del Cabildo de Gran Canaria estuvieron repartidas en varios inmuebles, hasta su instalación definitiva (tras las obras llevadas a cabo entre 1937 y 1942) en la confluencia de Bravo Murillo (antiguo Camino Nuevo) con Pérez Galdós.

Precisamente, y según la memoria del proyecto, “su emplazamiento en el centro de la población, en una de sus vías principales, en un solar de claras y buenas perspectivas así como de adecuadas dimensiones, hará que este edificio sea dentro del trazado urbano, un punto de referencia y que su acceso sea fácil para todos por la equidistancia”.

“La apariencia exterior es algo monumental en la proporción de sus elementos, tanto en los ingresos y porches exteriores, escalinatas, etc., como en un fuerte bloque que es una torre que domina la población”, reza también la memoria.

El interés que hoy tiene el edificio “procede de aquella forma en que Miguel Martín entiende el proyecto, una ocasión para construir ciudad no sólo para construir un edificio que albergará una institución de reciente creación y carente de sede oficial “, según Gago, para quien desde el origen del encargo el arquitecto era “consciente” tanto de que estaba ante un proyecto “extraordinario” (comparándolo incluso con otros que por entonces se ejecutaban para el Cabildo: el Hospital Psiquiátrico, el Pueblo Canario, el Parador de Tejeda…) como de que debía ser equiparable a otros emblemas arquitectónicos de la ciudad: la Catedral, el Ayuntamiento, el Obispado…

Pero la exposición no sólo se centra en el trabajo de Martín, sino que pone en valor la labor de Márquez, quien, para crear la escenografía espacial que requerían sus diseños y producciones de ebanistería, llega a reformar la distribución y la estructura del proyecto original, transmitiéndole así toda su vitalidad potencial.

Sin embargo, en aquella ocasión “imponderables intereses” dieron al traste con la convergencia de Martín y Márquez y, en consecuencia, con la unidad proyectual y estilística del Cabildo. De no haber sido así, “el proyecto hubiera supuesto una magistral experiencia, al igual que había ocurrido en numerosas ocasiones anteriores”, concluye Gago.