Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano,
en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia).
Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida…

Elogio de la lectura de Vargas Llosa

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Yo también aprendí a leer pronto y también desde muy pequeña conocí a todas las celebridades de la literatura infantil, a Pulgarcita, aquella niña tan pequeña que dormía en una cáscara de nuez y un día fue raptada por un sapo. A Karen, a quien sus zapatillas rojas la condenaron a bailar sin descanso; al Patito Feo, que recibía picotazos por ser diferente, a todos esos seres creados por Los Hermanos Grimm y Charles Perrault. A todos ellos los conocí a través del mundo literario que mi padre nos contó.

Pero en realidad la lectura no siempre fue un divertimento de todos, era algo exclusivo de la élite social e intelectual. Fue a partir a partir del siglo XVIII cuando se extendió a toda la población, sobre todo a raíz de la publicación de las novelas llamadas folletines o novelas románticas.

Y es curioso porque aunque no eran las mujeres las únicas que leían novelas se les consideró su objetivo, quizás porque creían que eran las mujeres las que estaban mejor dotadas de emociones y gran imaginación. Lo peor es que se consideró al género antítesis de literatura práctica e instructiva. Y esa feminización del público lector de novelas parecía confirmar los prejuicios sobre la inteligencia de la mujer. Así los periódicos, que informaban sobre los acontecimientos públicos, estaban reservados para el género masculino. También podemos observar en el siglo XIX obras pictóricas donde se escenifica la actividad lectora de las mujeres.

La lectura está profundamente ligada a lo poético, a una “conversación” entre padres e hij@s, a las voces de la familia, a los libros sin páginas. A esos cuentos de los que todos de pequeños escuchamos como un juego. Pero que con los años nos ha conducido al placer, al deseo de leer todos los libros que vayamos encontrando.

Y con los años hemos descubierto que aquellas experiencias primeras son las que nos han hecho explorar hazañas e historias antiguas de hombres con grandes poderes o fantasear con hadas con final feliz o con desenlace dramáticos.  Pero son esas lecturas las que realmente perdurarán a lo largo de toda nuestra vida. Son las que conformarán nuestro modo de ser y de estar en el mundo.

Sin olvidar que la memoria de los libros es la nuestra, que leer es recordar.

La lectora (1770-1772). Jean-Honoré Fragonard

La lectora (1770-1772). Jean-Honoré Fragonard

Si el primer educador es la familia y los niños aprenden por imitación, es casi obligatorio que los pequeños vean a sus familiares, más cercanos leyendo: libros periódicos, revistas, comics… sea en versión papel, o en digital. Lo importante es que de este modo empiezan a experimentar curiosidad y deseos por la lectura.

Nunca ha sido tan fácil leer como hoy en día. De hecho el digital va conquistando  el mercado, va conquistando lectores. El e-book fue el regalo más popular en los EEUU el año pasado. Antes de la pasada Navidad, su producción se había agotado. Pero este año sus fabricantes esperan satisfacer la demanda. Jeff Bezos, el jefe de Amazon, acaba de anunciar, casi como una amenaza, que por cada cien ejemplares de un libro impreso que vende,  48 copias del mismo libro son vendidos en su versión electrónica en el Kindle.  Los libros en formato digital suponen ya un 20 por ciento de los títulos publicados en España durante los seis primeros meses de 2013. Según los datos de la Agencia del ISBN facilitados por la Federación de Gremios de Edito.

Por lo que no cabe duda de que los libros electrónicos ganan terreno y según las estadísticas he podido comprobar que Inferno de Dan Brown, a pesar de ocupar puestos de best seller, ha ocupado el número uno en las listas de ebook más vendido en lo que va de 2013.

 

Arte y ciencia nos llevan al libro, cada uno con su metalenguaje con su forma de invitar.  Pero lo más importante es que se siguen editando miles de libros en papel, que podemos aún disfrutar del rasgar de las páginas de un libro. Que el uno no anula al otro, que siguen existiendo bibliotecas, museos de placer que nos sobrevivirán, horas de la lectura, del cuento, del silencio para explorar desde dentro las formas de invención de la creación literaria y que sigan existiendo bibliotecari@s  que generosas construyen el futuro.

Porque existe tantas historias como lectores. Y la lectura y la escritura son herramientas privilegiadas de participación democrática que favorecen la expresión de las ideas, el desarrollo del pensamiento y la formación del criterio. “El acto de leer forma parte del acto de vivir” dijo Ángel Gabilondo catedrático de filología. Para él la lectura “crea, recrea y transforma”. Una buena selección de libros es como una buena selección de alimentos: nutre”. Yo añadiría que la lectura podría llegar a convertirnos en mejores personas.

Quiero terminar contándoles que muchas de las  historias que mi padre nos narraba no eran conocidas a través de la escritura sino que se hallaban diseminadas en su mente mezcladas con los cuentos clásicos y su imaginación desbordada.

Así nuestro narrador entraba en todos los rostros, se detenía, los miraba con lentitud, simulaba no recordar como seguía el cuento y esperaba desde su escenario que el público, hechizado y en silencio, adivinara los movimientos de los personajes y los acontecimientos más transcendentales de su inacabada historia.

Todos de pie, sentados o acostados, practicábamos lo que ahora se llama la hora del cuento. Nos solidarizábamos para descifrar el misterio pues aquellas audiciones estrechaban lazos de amistad. Ascendíamos o descendíamos con un sabor ácido que cristalizaba en un final feliz, y la astuta bruja o el gigante de un solo ojo ardían despidiendo un desagradable olor.

Y yo en secreto escuchaba los movimientos del mar y navegaba con la pleamar y la bajamar, hasta perder totalmente la conciencia. De tanto bailar con ellas se incrustaron en mi carácter de tal forma que pasaba del cielo al infierno con suma facilidad.

Los años han pasado y el asfalto se ha multiplicado, la casa ya no existe, el mar no se oye, mis amigos han atravesado los recuerdos salinos, mis hermanos moldean los sueños y yo conservo el tatuaje de aquel montón de palabras en las que solo queda mi padre que, tembloroso, nos siguen contando un cuento.

Muchas felicidades y que este Pacto por la lectura y la escritura que el Cabildo Insular de Gran Canaria y la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico han iniciado, siga adelante.

 

 

Foto de Rosario Valcárcel

Rosario Valcárcel

Blog-rosariovalcarcel.blogspot.es