EFE.- La editorial neoyorquina Springer ha publicado una monografía en la que el arqueólogo José Farrujia analiza el colonialismo, la herencia amazigh y la gestión de los restos indígenas en Canarias, y examina casos de especulación con el patrimonio, como en Tindaya y La Laguna, entre otros.
El libro «Una arqueología de los márgenes» lo edita Springer, un sello editorial estadounidense líder en ciencias sociales en el ámbito internacional y en él Farrujia analiza cómo las políticas del pasado, la herencia colonial y la peculiar realidad geográfica de las islas condicionan la actual gestión del patrimonio arqueológico.
La investigación examina igualmente cuáles son los principales problemas de la gestión patrimonial canaria, explica el autor en una entrevista a EFE.
El libro surge a raíz del interés del sello editorial estadounidense por la gestión del patrimonio arqueológico en Canarias, tras la intervención de Farrujia en un congreso internacional celebrado en Menorca en 2012.
Farrujia, que es miembro de la Sociedad Española de Historia de la Arqueología, analiza cuestiones como la gradual desaparición de la herencia arqueológica de los indígenas canarios, la aparición de las primeras colecciones arqueológicas, y examina cuál es la tendencia actual en la gestión del patrimonio arqueológico canario.
Al respecto, el autor percibe «una auténtica balcanización de la gestión patrimonial», pues no hay una política patrimonial regional que marque las directrices. Por el contrario, «la insularidad y el reparto de competencias entre los cabildos ha propiciado que en cada isla la gestión del patrimonio siga caminos distintos, con las consecuencias que de ello se derivan».
En la investigación se valora el modelo de gestión desarrollado en islas como Gran Canaria, donde se ha apostado por una recuperación integral del patrimonio indígena a partir de la apertura de diversos tipos de yacimientos que permiten conocer distintos aspectos de la sociedades indígenas.
Farrujia elogia el hecho de que en Gran Canaria la recuperación patrimonial no se haya limitado a los grabados rupestres, sino a sitios tan dispares como los cenobios, los almogarenes, las cuevas de habitación o los poblados de casas, como son los casos de Tufia y del barranco de Los Gatos en Mogán.
Además, en Gran Canaria se facilita el acceso a ese patrimonio con programas de visitas guiadas, algo que no sucede en otras islas.
Este es el caso, por ejemplo, de Tenerife, donde «no hay ni un solo yacimiento abierto al público, visitable», lo que pone de manifiesto «las desigualdades tan grandes que existen a la hora de gestionar el patrimonio arqueológico de cada isla».
La antítesis de este modelo está presente en la ciudad tinerfeña de La Laguna, conocida por su patrimonio sacro y arquitectónico, pero no por su legado arqueológico precolonial.
«Si le preguntáramos a algún canario por los elementos patrimoniales del paisaje urbano lagunero se acordará seguramente de iconos como la torre de la Concepción o la Catedral, pero será incapaz de citar algún yacimientos arqueológico del municipio», indica el arqueólogo.
Asimismo, en Fuerteventura, el «caso Tindaya» es otro claro ejemplo de cómo el patrimonio «elitista», representado por el proyecto de Eduardo Chillida, amenaza con destruir los podomorfos presentes en la montaña y con anular una clara huella de la cultura indígena de la isla.
El arqueólogo explica también que uno de los objetivos de su obra es situar la arqueología canaria en el contexto internacional, pues uno de los defectos de los estudios patrimoniales canarios reside, precisamente, en su marcado regionalismo o localismo.
Según Farrujia, «insertar la arqueología canaria en la órbita internacional permite ver las similitudes que existen, en el campo de la gestión patrimonial, con otros puntos del planeta como Australia y Canadá, en donde el legado indígena también está infrarepresentado y aquejado por problemáticas similares a las documentadas en Canarias».
En la actualidad, y salvo en contadas excepciones, en Canarias no se desarrollan políticas que favorezcan la conservación del patrimonio arqueológico. «Fruto del expolio, estamos asistiendo a la desaparición de yacimientos arqueológicos, eminentemente rupestres».
José Farrujia aborda además en su obra la relación entre arqueología y turismo y evidencia cómo en la oferta turística cultural canaria el patrimonio arqueológico «sigue brillando por su ausencia, siempre y cuando exceptuemos el caso de Gran Canaria, que ha presentado sus yacimientos más emblemáticos en las ferias de turismo y cuenta con guías patrimoniales, y en menor medida, los casos de La Palma y El Hierro».
En el resto de islas el patrimonio indígena no se valora como un recurso turístico por falta de «voluntad política».
Pues sí, realmente curiosa la ya casi petrea cerrazón en Canarias de no aprovechar para nada sus recursos culturales, históricos o incluso literarios. Como si los turistas que por millones vienen a las islas fueran todos y cada uno analfabetos interesados sino en sol, playa y discoteca. O será que los empresarios turísticos sean los analfabetos? No entienden su público. En fin, aportar ideas en este terreno es perder el tiempo, asi que…