Autor: José Antonio Cabrera Martínez
En la Comarca del Rio Arlanza, en Burgos, hay una Villa llamada Covarrubias, (por sus cuevas de color rojizo), que en el siglo X, el conde de Castilla Fernán González, convirtió en Capital de Infantazgo, y conocida como «La cuna de Castilla».
Situada en la «Ruta de la Lana» y en el «Camino del Cid», por ella pasa un «Camino de Santiago», y fue declarada «Conjunto Histórico-Artístico Nacional», en 1965, y posee Premios de Turismo y Embellecimiento.
El origen de esta Villa es medieval, fue fundada por el Rey Visigodo Chindasvinto en el siglo VII, sobre los restos de un castro romano, luego vinieron las árabes y después aparece la figura del primer Conde Independiente de Castilla, Fernán González.
A su hijo García Fernández, debe Covarrubias su engrandecimiento, la Villa se convierte en Capital de un extenso territorio independiente, con Jurisdición Propia, en lo Eclesiástico, en lo Civil, en lo Penal y con exenciones tributarias, privilegios de los que disfrutó posteriormente su hija Doña Urraca.
El Infantado de Covarrubias, atravesó una grave crisis, a la muerte de la Infanta Doña Sancha, hasta que el Rey Fernando III el Santo, instauró en su gobierno al Infante Felipe de Castilla, que llevaba una vida religiosa.
En esta contexto histórico, se acuerda el matrimonio de estado, de la Princesa Cristina, hija del Rey Haakon IV de Noruega, con el Rey Alfonso X el Sabio, que no tenía descendencia con su esposa Doña Violante, y a la quería repudiar para tener un heredero.
Pero, queridos lectores, ya saben el refrán: «El hombre propone, Dios dispone y la mujer descompone», y así fue, después de su largo viaje, cuando llega a Burgos, la protagonista de nuestra apasionante historia, la pobre Princesa Cristina, se encuentra con que la Reina Doña Violante, ya iba a ser madre.
Pero ¿qué hacer entonces, con la Princesa Vikinga?, y ¿qué hacer con el Pacto de Estado con el Rey Aakon de Noruega?, Aquí aparece la astucia hispana, y a la Princesa Cristina le dan a elegir, entre los hermanos del Rey Alfonso, eligiendo ella, quizás equivocadamente, al Infante Felipe de Castilla.
Pero este matrimonio de la Princesa Cristina con el Infante Felipe, que se casan el 31 de marzo de 1258 en Valladolid, no resulta, pues acabó con la vida religiosa de este, y la dulce Princesa Vikinga, tras cuatro años de matrimonio, muere de melancolía, en Sevilla, encerrada en su palacio, añorando los bello fiordos noruegos, y su feliz juventud en Tönsber.
La infeliz Princesa Cristina, fue enterrada en la Colegiata de Covarrubias, en un hermoso sepulcro gótico de piedra labrada con una arquería de 10 vanos y un friso superior, muy apreciado por su valor histórico-artístico.
Terminamos esta apasionante y desgraciada historia, recomendando visitar esta Villa de Covarrubias, recordando su importancia en la fundación de Castilla y en la vida de sus reyes, y pasearla perdiendose en sus calles tortuosas y rincones monumentales, por donde anduvo una Princesa Vikinga que vino a Burgos por un amor, que no encontró.