«Ven pronto, Erian, nada deseo más que volver a verte, volver a escuchar tu voz, sentir tus manos en mi piel. Vuelve conmigo, yo reconfortaré tu corazón, haré que tus peores pesadillas desaparezcan. Tu sufrimiento es miseria en mi alma, es ansia de gritar, de llorar y derramar hasta la última lágrima, es desangrarse hasta morir. Y aún en las puertas de la muerte, nadie te auxilia, nadie te apoya, tan solo tu vana voluntad, mera ilusión de una extinta fortaleza. Y ahí, al borde del abismo, uno no termina de morir y sigue consumiéndose por la pena y el pesar, por la tristeza y la soledad que ahonda en los frágiles espíritus, en los corazones turbulentos y caóticos, llenos de ideas trágicas. Estás ahí, tan distante y tan cerca al mismo tiempo, siente el tenue latir de este corazón moribundo, hastiado de una vida sin ti, donde cada instante es una eternidad de soledad bajo cielos grises, ahogado en océanos de recuerdos y sueños no cumplidos…es…es como si llevara esperándote toda mi vida…»
Alia.

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