Con motivo del cuarto centenario de la muerte de Cervantes al curador Diego Casimiro, igual que al Quijote, se le apoderó una idea, un proyecto, una exposición, una aventura que nos acercara a la novela cervantina, a las andanzas filosóficas y cómicas, al misticismo, a los gestos y personajes.
Así una veintena de pintores se han enfrentado a la apasionante relación que se establece entre imagen y palabra, entre pintura y literatura con el más universal de los escritores españoles: Miguel de Cervantes Saavedra. En las diferentes versiones de su obra.
Emilio Almoguera representa, con gran realismo y trazo detallista, El Paseo del Quijote y Sancho por La Mancha, envueltos en una fantasía de colores contrastados, que parecen haber salido de un cuento espontáneo e ingenuo como la obra de Gloria Viñas, que plasma con dulzura la inmortal pareja mientras avanzan entre molinos. Una escena llena de movimiento y expresividad.
De almas viajeras en un atardecer melancólico, dominado por el cielo escarlata de Rosemarie Wehnemann, un rojo que consiente que entren resquicios de luz amarillenta, de ensueños medievales, en contraposición con el Quijote del siglo XXI de Manu Marzán realizado en acrílico sobre lienzo y collage. Interpreta la lucha contra la voracidad de las petroleras y los bancos… repitiendo: pienso hacer batalla… que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mal simiente sobre la faz de la tierra
Y el poder de la literatura nos lleva a los retratos de Cervantes, al óleo de Cayetano Martínez inspirado en la imagen que el autor describió en el prólogo de las Novelas Ejemplares (1616) Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño… O al Cervantes de Oliver Sánchez, quien seducido por la madera realiza un cuadro dentro de otro cuadro, en fragmentos que acrecienta el retrato. Y el boceto del “Capitán cautivo, todo un impulso de José Serván, realizado con trazos gruesos, casi caricaturesco.
Y como no podía faltar el sentido del humor, Néstor Dámaso y Ángel del Barrio nos acerca al surrealismo daliniano, imágenes oníricas de “Páginas con vida” y al hombre de los bigotes largos. Al proceso de identificación que existió entre D. Quijote y Dalí.
Y la versión casi psicodélica del Quijote de Daniel Rodríguez. Diferentes tonalidades, en el que predomina el color de las criaturas mitológicas, del miedo. El color de la locura.
Y representando el amor cortés, Luz Sosa, buena dibujante, convierte por encantamiento a la “dulce cortesana” en una diosa erótica, sensual, del Séptimo arte. Y “Lo tuyo es puro teatro”, es el título de la obra de Pilar Arranz, en la que recrea con gran sensibilidad ese tono seductor de una pareja enamorada, para llegar a ese instante de angustias y soledades, de intimidad femenina en “Los despojos del alma” de Esther Hernández.
A la tristeza silenciosa, al lenguaje del desnudo, a las velas, se enfrenta Juan Antonio Rodríguez. Al honor y religión del personaje de Leocadia. A las “Ilusiones dobladas y manuscritas” al simbolismo de los libros de César Rodríguez, que representa la ficción y la conciencia de estar vivos. Así Juan Martín igual que el Hidalgo Caballero decide buscar a Dulcinea, perpetuar su memoria y dota de gestualidad al Cervantes escritor.
Y en estos pensamientos Eva Lilith plasma la grandeza rítmica del paisaje, un mosaico de tonalidades azules, amarillas, rojizas. La planicie y las leves ondulaciones: La Mancha. Una composición inspirada en el pintor Benjamín Palencia. Un páramo horizontal donde Eugenia Estrela nos ofrece una obra embriagadora, tierras secas y nubes que se bambolean, la luz y el color organizando la narración de un “Lugar de La Mancha” en la que Evelio Arraiz se nutre para crear en un grabado y técnica mixta la nostalgia evanescente, turbia, la Visión Quijotesca, que sale al encuentro del caminante.
Vino y alimentos para los viajeros, es el Bodegón realista de Gloria Esther Rodríguez. Armoniosa composición y dominio de la autora en las texturas y los brillos del latón. Recuerda el tercio de cosecha que les correspondía y la exclamación de Sancho: mientras más podridas son, mejor huelen…
Y la escena cuidada de Clodobaldo González, que simboliza la muerte de Cervantes con una blancura a lo Vermeer, bondadosa, irreal, frágil.
Una exposición que revive con pinceladas pictóricas el espíritu cervantino, el intenso sonido de las llanuras, los caracteres, las intuiciones, los recuerdos, los miedos que el arte sabe despertar en el espectador.
Una exposición Internacional podrán visitar en la Galería de Arte del Centro Comercial El Muelle, segunda planta del día 23 de abril al 15 mayo.