¿Cuántas de ustedes se sienten inseguras en la oscuridad? ¿Y cuántas de ustedes se sienten inseguras cuando están delante de su amante/compañero de placer en la claridad? Creo que hay ocasiones en las que lo que da miedo es la luz.

No sé qué nos sucede, mujeres. Creía que era un hecho aislado, que les ocurría a unas pocas, pero no, es muy habitual, incluso sé que hay jóvenes que no hablan de ello por miedo a ser tildadas de estúpidas. Sé que muchas de nosotras hemos vivido esa escena que empieza con besos, mordiscos, humedad en la entrepierna, manos hiperactivas que no saben qué camino tomar, pero quieren recorrerlos todos sin atajos. Luego empieza a sobrar la ropa, vuela una camiseta, se escucha cómo el botón del pantalón roza con la tela al desabrocharse, y es entonces cuando se alarga una mano -la otra sigue en el asunto- e intenta alcanzar el interruptor de la luz. Oscuridad. Esa ansiada oscuridad que oculta… ¿Que oculta el qué? Da igual cómo seamos. Da igual si llevas una talla treinta y seis, si te machacas en el gym o eres de “hueso ancho”. Muchas nos achicamos cuando estamos desnudas. ¿De dónde vienen esos complejos? Estamos muy buenas, todas lo estamos, porque somos mujeres y punto.

Casualmente esta semana he visto dos películas en las que se ha repetido la misma escena. Parejas en los preliminares y justo antes del destape se alarga una mano y se apaga la luz. ¿Miedo a ser rechazadas? ¿Acaso nuestros amantes están siempre buenos? ¿Realmente creen que a ellos les importa un carajo si tenemos chichas, celulitis o cartucheras? El sexo va más allá. Es mucho más primitivo, salvaje. ¿Alguna vez les ha dicho algún hombre que apaguen la luz? No, ¿verdad? Porque lo que ellos quieren es vernos, olernos, sentirnos, y no tener que imaginarnos. Eso ya lo hacen cuando se masturban.

Entonces, ¿por qué nos infravaloramos nosotras? ¿Por qué ese terror a ser imperfectas? He de decir -para echarnos un cable- que es complicado llevar esto a la práctica si hasta en el cine nos sentimos identificadas al ver cómo un portento de mujer, a la que no le falta ni le sobra nada, apaga la luz. No vamos nosotras a ser tan osadas, con lo poco que nos queremos y lo mucho que nos criticamos, de dejar nuestros fallos a la intemperie.

Mujeres, ¿y si nos damos una tregua? ¿Y si nos disfrutamos más y nos exigimos menos? Yo creo que ya somos mayorcitas para tenerle miedo a la claridad. Ni ahí ni en la oscuridad hay monstruos. Como diría mi abuela: están solo en tu cabeza.