El pasado viernes tuve la gran oportunidad de asistir a la representación de Hamlet de Miguel del Arco, en el teatro Cuyás en Las Palmas de Gran Canaria, una función que me dejó con la boca abierta, porque, en su conjunto, la Compañía Nacional de Teatro Clásico y Kamikaze lo dieron todo para ofrecernos un Hamlet con mucho oficio. Este Hamlet es de esas producciones que no puedes olvidar porque, aún respetando el texto clásico, son capaces de pisar terrenos pantanosos sin llegar a hundirse sin remedio.

Cartel Hamlet

LA PUESTA EN ESCENA

La puesta en escena es magistral, arriesgada en algunos momentos, pero pensada para dar cobijo, como una madre a sus cachorros, a todas y cada una de las escenas de la representación.
El juego de luces y su combinación es perfecta, dándole, en cada momento, el efecto deseado a las acciones que se desarrollan encima del escenario, en paralelo mágico con los efectos audiovisuales que ayudan a completar el cuadro que nos han propuesto.
No quiero dejar de mencionar el trabajo meticuloso, casi milimetrado de la yuxtaposición de los diferentes actos y sus correspondientes escenas sin que esta anclase la representación.

LOS ACTORES

Israel Elejalde, Ángela Cremonte, Cristóbal Suárez, Ana Wagener, José Luis Martínez, Daniel Freire y Jorge Kent estuvieron, todos sin excepción, a la altura de una representación de este calibre. Ninguno desentonó e interpretaron sus papeles a la perfección.

Es evidente que hay que destacar el trabajo interpretativo de Israel Elejalde que, desde que se fue el señor oscuro, nos entregó a su Hamlet, ese Hamlet que le salió del alma, como si Elejalde fuera un médium poderoso y nos trajera, del más allá, el espíritu atormentado del príncipe de Dinamarca.

Elejalde no se dejó nada dentro, lo sacó todo, sabiendo que cuando se sube a un escenario en cualquier teatro, esa noche es única e irrepetible y que no hay otra oportunidad de darlo todo. Él, simplemente, lo hizo y muy bien.
Pero no quiero dejar de destacar a Ángela Cremonte, que interpretó a una Ofelia delicada, poderosa y enajenada y que brilló con luz propia.

LA DIRECCIÓN

Miguel de Arco sabe muy bien lo que hace y por qué lo hace y cada proyecto suyo es una prueba de lo que digo. Este director maneja muy bien, ya no solo los tiempos y espacios escénicos, sino también esos elementos interpretativos que cada actor tiene, sacándolos a la luz, para ponerlos encima del escenario.
Miguel de Arco es un maestro de la escena, controla, perfectamente, los fundamentos del teatro y los dirige, sin contemplación, hacia el objetivo que quiere conseguir y hasta ahora siempre lo consigue.

EL TEXTO

En algunas ocasiones he mencionado que con las versiones de los clásicos hay que andar con pies de plomo, pero Miguel de Arco sabe el texto que tiene en sus manos y sabe cuáles son las fronteras que no puede sobrepasar para no hundirse en el barro. Ya lo hizo con Antigona en año pasado y lo bordó. En esta ocasión lo ha vuelto a conseguir, quizás llegando hasta el límite, hasta ese punto que sabes que no puedes sobrepasar, pero dejándonos en el escenario una versión de Hamlet moderna, pero muy atractiva. Sí, los clásicos deben modernizarse, pero al estilo de Miguel del Arco que no es otro que el respeto y el trabajo. No hay otro camino.

SINOPSIS

Enfrentarse a Hamlet tiene algo suicida, lo que no es una mala premisa de partida ni para mí, que soy un Kamikaze, ni para el Príncipe, cuya conciencia anhela en no pocas ocasiones darse muerte para dejar de sufrir. Pero como dice Harold Bloom, Hamlet «tiene una mente tan poderosa que las actitudes, los valores y los juicios más contrarios pueden coexistir dentro de ella coherentemente ». El ser y el no ser a un mismo tiempo y de forma tan ilimitada como él mismo es capaz de pensar se, el sueño de una conciencia infinita. Un poema ilimitado habitado por un per sonaje ilimitado sobre un escenario que es puro espacio mental. ¡Alto! Si lo sigo pensando, tal vez sea incapaz de seguir adelante… O tal vez siga adelante y no sea capaz de pensar. La contradicción no ha hecho más que empezar. Me agar ro a la frase de Nietzsche:
«¡Contradícete a ti mismo! Para vivir es necesario permanecer dividido».

¿Será suficiente? ¿Quién se atreve a marcar esa frontera en territorio shakesperiano? Resuenan la palabras de Víctor Hugo: Shakespeare es la fertilidad, la fuerza, la exuberancia, la teta llena, la copa espumeante, la cuba llena hasta los bordes, la savia excesiva, la lava en torrente, los gérmenes en torbellino, la vasta lluvia de la vida, todo por millares, por millones, sin ninguna reticencia, sin ninguna atadura, sin ninguna economía, la prodigalidad insensata y tranquila del creador. A los que hurgan el fondo de su bolsillo, lo inagotable les parece demencia. ¿Acabará pronto? Jamás. Shakespeare es el sembrador de los deslumbramientos. En cada palabra, una imagen; en cada palabra, el contraste, en cada palabra, el día y la noche. No, definitivamente dividir se no será suficiente. Es necesario atomizarse si queremos seguir todas las vías que abre Hamlet, asumiendo que, ni aún así, seremos capaces de vislumbrar las todas y que cuando volvamos a componernos no seremos los mismos. Fascinante empresa. Todo es estar preparados.

Quiero agradecer el generoso apoyo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y de su director a, Helena Pimenta, para hacer posible este montaje en el que el equipo de Kamikaze Producciones da un paso más en su línea de investigación teatral. Un paso en la senda de Hamlet, lo que significa que no encontraremos ideas o frases mágicas que puedan resolver las dificultades que plantea el drama e iluminan de pronto todo lo que en él hay de oscuro. La vaguedad es inherente a la obra de arte que no se plantea un objetivo sino la vida misma.

MIGUEL DEL ARCO

FICHA ARTÍSTICA Y TÉCNICA

● Israel Elejalde Hamlet
● Ángela Cremonte Ofelia
● Cristóbal Suárez Laertes / Rosencrantz / Fortinbrás
● José Luís Martínez Polonio / Enterrador 1 / Osric
● Daniel Freire Claudio
● Jorge Kent Horacio / Guildestern / Reynaldo / Enterrador2
● Ana Wagener Gertrudis

Equipo Artístico
Dirección y Versión: Miguel del Arco
Ayudante de Dirección: Aitor Tejada
Diseño Escenografía: Eduardo Moreno
Diseño Iluminación: Juanjo Llorens
Diseño de Sonido: Sandra Vicente (Studio 340)
Música Original: Arnau Vilà
Vídeo: Joan Rodón
Diseño de Vestuario: Ana López.
Maestro de Esgrima: Jesús Esperanza
Lucha Escénica: Kike Inchausti
Dirección de Producción: Aitor Tejada
Producción Ejecutiva: Jordi Buxó
Ayudante de Producción: Pablo Ramos
Ayudante de Escenografía: Lorena Puerto
Ayudante de Vídeo: Natalia Moreno
Ayudante Vestuario: Beatriz Robledo
Coordinación Técnica: Pau Fullana
Regiduría: Léa Béguin
Técnico Luces: Nacho Vargas
Técnico Sonido: Enrique Calvo
Maquinista: Javier Iglesias
Producción en Gira: Pedro Forero
Administración: Santiago del Arco
Una coproducción de La Compañía Nacional de Teatro Clásico y Kamikaze Producciones