Antes de escribir una sola línea sobre el Ensemble Mosaik he querido quedarme un tiempo atento al retrogusto que me dejó Enno Poppe y sus secuaces

 

El que me conoce sabe que soy persona muy visceral y que según salgo de un concierto que me haya gustado mucho, solo utilizo epítetos exagerados como… ¡Son la hostia!* (y entre amigos digo hasta cosas mucho más salvajes que no pienso revelar aquí)

Bien. Han pasado ya 34 horas y desde el sosiego que me da todo este tiempo diré que… ¡Son la hostia!* Y profundizando un poquito más, para que no se diga… ¡Son la rehostia!*

Si tuviera que decir mi primera impresión diría que el Festival de Música de Canarias ha llegado al siglo XXI (y encima la frase no es mía, me la prestó el preclaro José Brito). Y otra cosa que puedo decir es que me ha afectado tanto que, seguro, va a modificar mi forma de componer e interpretar a partir de ahora. Seguro.

La verdad es que durante el concierto estuve todo el rato como en una nube. Nada más entrar al Gabinete Literario me sentí exactamente igual que se sintieron mis hijos cuando los llevé a la juguetería Hamleys en Londres por primera vez. Solo el entrar al maravilloso Salón Dorado del Gabinete Literario y ver todo el ‘estaribel‘ que tenían montado, me secuestró.

Disculpen que peque de vanidad, pero un día me llamó Rafa Pérez, uno de los trabajadores de Canarias Cultura en Red y responsable de producción del FIMC, para preguntarme por algún sitio especial para el concierto de Mosaik. Me imagino que me llamó pensando que como director del Festival Internacional de Música Electroacústica y Arte Tecnológico le podría aconsejar donde meter a ‘un grupo raro de los míos’. La verdad es que el primer sitio que se me vino a la cabeza fue el Salón Dorado del Gabinete Literario, por el contraste. Así que esta ha sido mi aportación al 33 FIMC y que recordaré toda mi vida como un gran tesoro.

Ver ese espacio mágico y añejo (me niego a utilizar ‘marco incomparable’), y que inauguró un tatarabuelo materno mío, lleno de botes de cristal de yogurt reciclados y latas de conserva con relés, inductores y vibradores esparcidos por el suelo y unidos por cables rojos, un artefacto con pequeñas luces como un árbol de navidad de un chino que percutía diferentes láminas mediante relés e inductores, un piano de cola al que le entraban por un lateral un montón de cables (luego Johan Svensson, el compositor de la primera obra, me confesó que dentro del piano había puesto didlos -consoladores-), o los clarinetes hechos con tubos y embudos, o las grandes láminas metálicas colgadas con inductores alineados, un teclado y una batería como de un grupo rock, un ordenador, enchufes y, además, toda una serie de instrumentos ‘clásicos’… ¡Lo mismo que mis hijos en Hamleys! ¡Igualito! ¡Que ganas tenía de meterme en el escenario para trastear con todo aquello!

Los que nos dedicamos a la música de forma profesional, solo con ver la forma en la que un músico se enfrenta a un instrumento ya piensas «cuidado, este fulano toca» o «cuidado, aprovecha antes de que empiece para irte». Pues nada más entrar en el Salón y ver todo el tinglado me dije «cuate, aquí hay tomate».

¿Tomate? El concierto comenzó con Ampèriam loops – part II del jovencísimo Johan Svensson. Dirigido por Enno Poppe, un altísimo pelirrojo de aspecto ‘beatle’ con gesto confuso pero eficiente, el Ensemble Mosaik empezó a demostrar el porqué tienen tantos discos grabados con multitud de compañías de prestigio y aparecen programados en los más importantes festivales de vanguardias y el porqué han obtenido tantos premios internacionales.

Hay que explicar que este grupo, fundado muy a finales del siglo pasado, lleva una filosofía colaborativa muy particular mediante la cual los compositores, intérpretes, así como creadores y directores de otras disciplinas artísticas, trabajan en colaboración creando obras prácticamente ad hoc para el Ensemble.

En Ampériam loops, Johan ha desarrollado un instrumento electromecánico gestionado por un Mac que es controlado, a su vez, por un periférico diseñado y construido por él mismo que acciona, además, toda una serie de mecanismos colocados dentro del piano, en varias placas suspendidas y en varios objetos dispersados por todo el suelo del escenario y que interpretaba uno de los miembros de la formación.

La obra resultó una auténtica delicatessen de timbres y sonoridades absolutamente orgánicas en la que lo digital brillaba por su ausencia aunque pudiera parecer imposible. La pieza, de un finura y elegancia exquisita, se movió en todo momento entre los pianissimo y los mezzo fortes. No necesitaba más. No quería impresionar a nadie. Solo quería convertir un sueño realidad. ¿Ocurrió de verdad? ¿Nos lo imaginamos todos?

Las miradas entre los profesionales que se encontraban en la sala lo decía todo. Acabábamos de escuchar lo más actual que hay en composición sin ningún género a dudas. Esto no tenía absolutamente nada que ver ni con la electroacústica, ni con la improvisación libre, ni con Stockhausen, ni Xenaquis, ni nada que se haya oído en el siglo XX y mucho menos en el FIMC (yo he sido el productor de prácticamente todos lo estrenos del Festival hasta que se dejaron de encargar y sé de lo que hablo). Esto es una vuelta de tuerca más a este maravilloso mundo de la música y que gracias al FIMC habrá estado presente en Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote, Fuerteventura, La Palma y La Gomera para todo el mundo que quiera saber lo que dentro de un siglo se denominará como «música de la primera mitad del siglo XXI».

Con este ‘tomate’ que nos regaló Svensson, le llegó el turno al Premio Nacional de Música de 2011, en su modalidad de Composición, por el Ministerio de Cultura de España, Alberto Posadas, dejando claro también el porqué le encargan obra hoy en absolutamente todos los festivales más importantes del mundo y las mejores orquestas y agrupaciones.

Pudimos escuchar su Nebmaat para saxofón (soprano y tenor), clarinete y trío de cuerdas que interpretaron sin director. Una obra inspirada en su fascinación por las pirámides de las que usa sus proporciones matemáticas para controlar el desarrollo del material. Micro intervalos en las cuerdas con técnicas extendidas que exigen del intérprete un enorme control y conocimiento de su instrumento nos guiaron a una segunda parte en la que los multifónicos de clarinete y saxofón tejieron un colchón largo y rico en armónicos que desembocó en cuatro materiales sonoros muy orgánicos que se entremezclaron para finalizar en una especie de coda final que expuso, de nuevo, parte del material presentado. Posadas es un preciosista del timbre, un poeta del sonido al que Mosaik le exprimió todo el jugo.

Tengo que reconocer, y pido perdón a Leandro Martín por ello, que ese complejo de inferioridad perenne que algunos chafalmejas se empeñan en inculcarnos, me hizo dudar de si Targo podría estar a la altura y que no fuera un salto mortal a finales del siglo XX (cosa que tampoco sería ningún pecado, por supuesto). Yo estuve en el magnífico encuentro que hizo Leandro Martín en el conservatorio con los jóvenes estudiantes de composición y tuve ocasión de conocer las tripas de su obra, porque se explica muy bien. Y sabía que Leandro no pretendía profundizar en las técnicas extendidas de la plantilla. Como su obra estaba generada desde su tradición, concretamente del tango, lo que quería era solo utilizar los recursos ‘normales’ que se utilizan para interpretar el tango y que, una vez explicados, nos dimos cuenta de que no eran tan normales como cabría esperar de una música de raíz. Pero es que en la raíz se suele encontrar casi todo. El caso es que Targo resultó una brillante obra que nada tuvo que envidiar en un programa de altísimo nivel y rabiosa actualidad. ¡Y una cuestión muy importante! Todos se habían trabajado a conciencia la partitura y la afrontaron con rigor y profesionalidad sacándole su esencia arrabalera del Buenos Aires profundo.

Después de la pausa se interpretó Junkyard piece I de Ricardo Eizirik para conjunto de músicos y objetos perdidos (encontrados, en realidad). Ricardo Eizirik es otro de los grandes monstruos de la escena escrupulosamente actual al que las más importantes formaciones contemporáneas le encargan obras que son presentadas en los más importantes festivales del mundo. Además de los curiosos objetos encontrados (timbres de recepción de hotel, embudos, tubos, etc.) se utilizaron violín, viola (sobresaliente instrumentista, por cierto), cello, flauta, oboe, clarinete, piano y percusión. En realidad, la obra parecía como si un grupo de amigos estuviera caminando por una chatarrería. Y no lo digo peyorativamente. Todo lo contrario. Yo mismo soy de esos locos que caminando por la orilla de la playa, o dando un paseo por el campo, o incluso en medio de un atasco, agudizo mi sentido del oído y me rindo a la música que me brinda generosamente y de forma constante la vida. Como muy bien explicó Marina Hervás en la introducción al concierto, hay un movimiento ahora bastante extendido que es el el Do It Yourself (recientemente modificado por el Do It Together) que consiste en personas que construyen sus propios instrumentos musicales alternativos a base de reciclar basura. Y si además se sabe construir un discurso sólido logramos esta Junkyard que tiene ya versión Ia, Ib, IIa y IIb.

Cuando felicité a Leandro en el descanso ya me advirtió que la última obra, Salz de Enno Poppe, era la bomba. No es que no quisiera creerle. ¿Como no creer a uno de nuestros mejores compositores y profesores de composición del CSMC? Pero es que era ya tanto lo bien que me lo había pasado que pensar en que se podrían superar, me parecía imposible. Pues no. Leandro tenía razón. Lo más grave de todo es que soy incapaz de expresarlo en estas líneas. Reconozco que he querido hacer trampa mirando lo que Marina había analizado y robarle alguna idea (lo que finamente denominamos como inspiración)… Pero es que ella lo hace también que solo lograría intoxicar su genialidad.

Antes decía que la viola era fantástica y ahora digo que la flauta también lo era. Así lo demostraron especialmente en esta obra también repleta de micro interválica y de una sensibilidad que nada pegaba al ex beatle pelirrojo. Pero podría parecer que el resto de músicos eran normalitos y no es cierto. Todos fueron sobresalientes y con un conocimiento de las técnicas extendidas de sus instrumentos portentoso.

Para finalizar diré que si solo hubiera podido acudir a un concierto de este FIMC, que me está resultando el más completo e interesante de todos los que conozco, yo me quedaría con este. Incluso antes que Quantum, Barboza, MCO, Gurrelieder, BST o Piacere, que fueron todos sobresalientes y que me emocionaron profundamente. Pero es que con Mosaik he escuchado en mi tierra, por primera vez, la música del siglo XXI. Y esto marca un antes y un después.

 

* La ventaja de escribir por amor al arte en un canal de cultura que has creado tú mismo es que puedes decir cosas como que el Ensemble Mosaik son la hostia porque no te pueden amenazar con bajarte el sueldo que no tienes o con que te echen de tu propio servidor. En cualquier caso pido disculpas si he ofendido a alguien por cuestión religiosa. Nada más lejos de mi intención.