El broche de oro a la primera edición del ciclo ‘Música y Literatura’ tendrá lugar el jueves 11 de mayo, a las 20:00 horas

 

Teatro Pérez Galdós

El Teatro Pérez Galdós cierra la primera temporada del ciclo ‘Música y Literatura’ con el estreno absoluto de Satie: Monólogo musical para dos pianos mudos, con la música del compositor Erik Satie y la literatura del escritor grancanario Alexis Ravelo, bajo la dirección del lanzaroteño Quino Falero. Esta cita tendrá lugar el jueves 11 de mayo, a las 20:00 horas.

Satie: Monólogo musical para dos pianos mudos se trata de una obra producida por la Fundación Auditorio y Teatro de Las Palmas de Gran Canaria, en la que participarán el actor Alfonso Lara y el pianista canario José Luis Castillo. El vestuario y la escenografía corren a cargo del diseñador Claudio Martín.

La obra refleja el último invierno de Satie, en la soledad de su casa de Arcueil, enfrentado a sí mismo, intentando encontrar sentido a su vida, marcada por el talento y la incomprensión. Su historia habla de soledad y pobreza, de triunfos estéticos y fracasos sociales, de amistad y de traición, de contradicciones y obsesiones, y de la búsqueda de la verdad a través de nuevos territorios estéticos.

El ciclo Música y Literatura es un proyecto de la Fundación Auditorio y Teatro, que nace con vocación de continuidad y que supone una decidida apuesta por la creación y producción cultural auspiciada desde la propia institución, otorgando protagonismo a los músicos y literatos isleños, sin descartar las grandes producciones nacionales e internacionales.

Además, gracias a la colaboración con la Asociación Vegueta Ocio y Restauración (AVOR), el Teatro Pérez Galdós abrirá sus puertas a las 19:00 horas, una hora antes de que empiece la función, para que los espectadores de Música y Literaturapuedan empezar la Ruta de pinchos antes de disfrutar del espectáculo. Una vez termine la función, el Teatro permitirá el acceso al público en general para que degusten los pinchos que se servirán en el hall de entrada, convirtiéndose en una parada más de la ya tradicional ruta gastronómica de Vegueta.

Las entradas para este concierto se pueden adquirir de lunes a viernes en la taquilla del Teatro Pérez Galdós, en horario de 10 a 15 horas, y en la taquilla del Auditorio Alfredo Kraus, en horario de 16:00 a 21:00, y hasta unos minutos antes del inicio del espectáculo en el Teatro Pérez Galdós; así como en las páginas web www. auditorioteatrolaspalmasgc.es, www.teatroperezgaldos.es y www.entradas.com, y en el teléfono 902 488 488.

Texto de Alexis Ravelo

En el año 1925, tras la muerte de Erik Satie, sus amigos penetraron en su casa de Arcueil, donde nadie —salvo él mismo y los perros que recogía de la calle— había entrado durante veintisiete años. Allí encontraron miles de páginas que recogían textos y partituras inéditos; su correspondencia con Suzanne Valadon —su única amante conocida— y el retrato que esta le había pintado en 1893; una amplia colección de dibujos de castillos medievales; un centenar de paraguas; siete trajes de la época en la que el compositor era apodado ‘The Velvet Gentleman’, todos idénticos, y, entre el polvo y las telarañas, dos pianos con las cajas llenas de papeles y cuyos pedales habían sido atados. La sorprendente conclusión es que Satie había compuesto durante décadas sin utilizar el piano.

Para el gran público, Satie debe su fama a sus Gymnopedies y sus Gnossienes, pero es mucho más que estas dos hipnóticas colecciones de piezas. Satie es uno de los más peculiares, carismáticos y fecundos compositores de la modernidad y su obra es imprescindible a la hora de abordar la evolución desde el romanticismo a las vanguardias históricas. Su biografía, no menos singular, es claro ejemplo de las corrientes y contradicciones que caracterizan el paso de lo decimonónico a lo contemporáneo. Profeta del absurdo y del minimalismo, fue un adelantado a su tiempo que, como él mismo escribió, nació muy joven en un mundo muy viejo. A lo largo de su vida fue sucesivamente antiwagneriano, modernista, medievalista, orientalista, clasicista, surrealista y dadaísta. Y, paralelamente, cristiano, rosacruz, agnóstico, ateo, socialista, radical-socialista y comunista. Fue amigo de Stravinsky, de Picasso, de Cocteau y de la princesa de Polignac, pero también llevaba cada jueves de excursión a los niños de las escuelas de Arcueil. Con lúcida ironía, con mordacidad lúdica, se internó en todos los caminos y en todos descubrió senderos inéditos. Compuso canciones de cabaré y misas para una religión que él mismo había fundado; ballets instantaneístas y música para perros; piezas especialmente pensadas para los niños y música de mobiliario —compuesta para no ser escuchada—; una obra de casi veinticuatro horas de duración y la primera partitura escrita expresamente para el cine; descripciones automáticas y una adaptación musical de los Diálogos de Platón. Pero, al mismo tiempo, alternó su actividad musical con la literaria, pariendo multitud de breves textos en los que brilla su singular ingenio.

Asimismo, se vio involucrado en arduas polémicas: Saint-Saëns, Debussy, Ravel, el célebre crítico de la época Willy, Breton —a quien se enfrentó en defensa de Tristan Tzara durante la confrontación entre surrealismo y dadaísmo— son solo algunos de los nombres relacionados con este aspecto de su biografía.

En lo personal, no obstante, la de Satie es una historia de soledad y pobreza, de triunfos estéticos y fracasos sociales, de tiernas amistades y traiciones inesperadas, de contradicciones inexplicables y obsesiva búsqueda de la belleza y la verdad a través de nuevos territorios estéticos. A esa figura, contradictoria, magnética y genial es a la que se acerca Satie: Monólogo musical para dos pianos mudos, espectáculo teatral que encuentra a Satie en su último invierno, en la soledad de su casa de Arcueil, enfrentado a sí mismo, intentando hallar el sentido último de toda una vida marcada por el talento y la incomprensión.