El último estudio de consumo cultural afirma que el 85% de la población escucha música. Nunca antes se ha escuchado tanta música en toda la historia de la humanidad. ¿Pero escuchamos música o la oímos? La diferencia entre oír y escuchar está en la intención. Escuchar es algo que se hace intencionadamente, mientras que oír es algo que sucede independientemente de nuestra voluntad.
Hoy vemos a multitudes con auriculares haciendo deporte, caminando o en el transporte público. En bares, hoteles, salas de espera o restaurantes se escucha música. La gente pone música mientras cocina, estudia o se ducha.
Pero ¿En qué ha quedado el sentarse solo a disfrutar de la música, sin hacer otra tarea simultáneamente?
Cuando escuchar música implicaba coger con mucha delicadeza un vinilo, limpiarlo cuidadosamente, ponerlo en el tocadiscos y poner la aguja con mimo y precisión en el surco del single o del LP repitiendo, incansablemente, esta operación cada cuatro minutos en el primer caso o cada veinte en el segundo y sentándote cómodamente solo a escuchar y poner tus cinco sentidos en ese precioso instante. O cuando, los más sibaritas, cargaban una bobina de cinta magnetofónica en el Revox que previamente habían grabado con una selección de obras desde vinilos suyos o prestados, o la obra integral de un artista, o por estilos, o por estados de ánimo…
¿Hemos cambiado calidad de escucha por cantidad? ¿Eran antes menos los que escuchaban música pero realmente la escuchaban y por el contrario hoy son más pero porque realmente la utilizan como sonido de fondo mientras hacen otras cosas?
Foto de he(art)geek: http://www.flickr.com/photos/crazycatchthecat/4364806756/
En mi concepto, escuchar significa «oír en silencio».
«La madre escucha como lacta su hijo».
«El viejo escucha lo que le cuenta su memoria».
Quizá el ejemplo mejor para este verbo, sea la imagen de una chismosa con su oído pegado a la cerradura de una puerta, o la del avezado espía que aísla todo sonido para oír lo que le concierne.
Excelente tema, saludos.
Mucho me temo que en este asunto, como en tantos otros, la cantidad ha sustituido a la calidad. Esto es un signo de los tiempos que vivimos: la «vulgarización» y banalización de la cultura, donde sólo se considera lo que se comercializa en serie, sin calidad alguna.
La música como placer, como suma expresión de la creatividad y la sensibilidad, sigue siendo una actividad de la que pocos saben o quieren disfrutar.
El mercadeo de la música y su uso comercial como ruido de fondo en zonas comerciales y recintos públicos nos priva del máximo placer de escuchar -concentrados en ello- de la Música, el Arte de las Musas.
Yo esto lo comparo con la comida, no es mismo sentarse y degustarla con una buena sobremesa que comer de bocata mientras andamos corriendo a coger un autobús para ir con estrés al trabajo…..Bueno no es. En este caso no es que escuchar música sea malo para el cuerpo, o si, a tenor de las nuevas corrientes cuánticas que expresan la influencia del pensamiento volitivo sobre la creación y expresión de nuestra propia realidad, ¿eso incidirá en nuestra percepción sonora? y esta ¿ incidirá en nuestra formación como decían los antiguos Griegos, e incluso en el trasfondo de una sociedad?. Yo opino que si, que en alguna medida la escucha atenta, o mejor dicho, «La NO Escucha» va en detrimento no solo del placer sino de nuestra propia conformación como individuos y sociedad, sin ser esto un juicio de valor moral, influye y modula, cambia y modifica. Yo aporto otra línea: y los que componemos ¿ tenemos la música dentro de nosotros y la escuchamos o también hay una especie de «Emisora» interna que nos nutre constantemente de sonido, llámese «Ruido de fondo? o; La escucha atenta, y me refiero a Mundo Sonoro ¿ es también beneficiosa al ser consciente de todo el proceso Fisiológico-acústico que nos rodea?, la Contaminación acústica ¿ no sería tal si nos imbuimos en la sinfonía contemporánea del Mundo Sonoro?. Buen trabajo E. Matew ( De la vieja escuela, ya sabes ) y un abrazo.
Yo recuerdo como me impactó la primera vez que vi un Walkman de Sony a cassette y escuché como sonaba. Para mí fue uno de los muchísimos hitos que las nuevas tecnologías me han brindado.
Recuerdo como me emocionó el poder escuchar (y digo escuchar) música con una gran calidad de sonido mientras viajaba en metro, o mientras paseaba por el campo, o mientras miraba el mar.
Las horas de auténtica escucha que me han brindado los diferentes aparatitos que me brindó la tecnología no tiene precio (o sí tiene precio pero me compensaba con creces).
Quiero decir con esto que siempre ha habido gente que oye música y gente que escucha música. Igual que hay gente que escucha a sus amigos y quien oye a sus amigos. Siempre ha sido así y seguirá siendo así. Pero lo cierto es que tanto los pequeños reproductores de mp3 y similares como Internet ha revolucionado el acceso a la cultura… aunque muchos sigan, simplemente, oyendo.