Hace unos días publicábamos en CanariasCultura.com que la campaña de abonos y entradas del Teatro Cuyás arrancó con un incremento del 49 por ciento con respecto al año pasado, lo que para el coordinador general de Cultura, Patrimonio Histórico y Museos del Cabildo grancanario, Larry Álvarez, “pone de manifiesto el gran nivel de la programación, pese a la crisis, y el buen nombre de un teatro que es sinónimo de calidad». Y en un artículo publicado hoy en Canarias 7 sobre el mismo espacio escénico, el director artístico Gonzalo Ubani y el gerente Juan Márquez afirman que cuentan con 3 millones de presupuesto a repartir entre el Teatro Cuyás, el Circuito Insular de Cultura, la Sala Insular de Teatro (SIT) y el proyecto pedagógico Teatrae de los cuales dos millones son aportación del Cabildo y uno de entradas, alquileres y patrocinadores. Los resultados, en el caso del Cuyás, los expresan mediante los 40.000 espectadores que han tenido, el 70% de ocupación media y la recaudación de 600.000 euros.
Con estos dos artículos en la mano los lectores podemos intuir las intenciones o las ‘políticas culturales’ que se imprimen a los centros de cultura públicos, como es el caso del Teatro Cuyás que pertenece al Cabildo de Gran Canaria y que se gestiona desde la Fundación Canaria de las Artes Escénicas y de la Música de Gran Canaria. Pueden haber diferencias con otros espacios culturales y que analizaremos en otros artículos, pero para muestra bien vale un botón.
Quisiera hacer observar que el nombre de la mencionada fundación dice ‘de Gran Canaria’ y no ‘en Gran Canaria’, matiz fundamental para entender la cuestión.
Tanto en las declaraciones de Larry Álvarez como las de Gonzalo Ubani y Juan Márquez parece que el objetivo principal de la Fundación Canaria de las Artes Escénicas y de la Música ‘de’ Gran Canaria es la cuestión económica, el lograr llenar, y tener ‘nivel’. Y cuando se les pregunta por el ‘nivel’ afirman que programan «cosas comerciales, claro que sí. Por ejemplo, El estanque dorado, que figura en el primer tramo de la próxima temporada, es comercial. Pero está muy bien hecho. Lo que nunca se debe hacer es caer en la chabacanería y el mal gusto». Se inclinan más por ‘la taquilla’, mientras que no sea chabacano, que ‘por el arte’. No deja de ser una opción. La única opción si se tratara de un espacio privado. Pero si ese trata de un espacio público tal vez no sea la más acertada.
Lo que no parecen plantearse en ningún momento como objetivo, o al menos no lo mencionan, es la dinamización de los creadores ‘de Gran Canaria’, el apoyo a los artistas ‘de Gran Canaria’ o el fortalecimiento de las industrias culturales y creativas ‘de Gran Canaria’. Como tampoco explican que porcentaje de esos tres millones se destina a proyectos locales, si el 70%, el 60% o el 50% (por si no se han dado cuenta, estos porcentajes son una ‘ironía’). Es evidente que aun siendo una fundación para las artes escénicas y la música ‘de’ Gran Canaria no debemos cerrarnos al mundo exterior y se debe invertir también en traer producciones de fuera, ya que ‘cultivar’ exige una amplitud de miras al mundo y variedad obligatoria. Pero lo primero, lo inteligente, lo sostenible, lo racional es invertir principalmente en producto ‘de Gran Canaria’, como el propio nombre de la Fundación indica, para fortalecer al sector y propiciar con el tiempo la exportación e internacionalización y no depender así, mayoritariamente, de la importación (aquello de la balanza de pagos, aquello de que si pagas a una compañía de fuera se llevan el dinero fuera y si contratas a una de aquí el dinero no sale y se gasta aquí y genera impuestos aquí, etc.). Las razones son económicas, culturales y lógicas.
Cierto es que la Fundación Canaria de las Artes Escénicas y de la Música ‘de’ Gran Canaria gestiona también el Circuito Insular de Cultura con proyectos ‘de’ la Isla, pero con un presupuesto de solo 150.000 euros. O la Sala Insular de Teatro (SIT) que programa también proyectos ‘de’ Gran Canaria con un presupuesto de solo entre 80.000 a 110.000 euros.
Y este es el eterno debate que podemos aplicar a todos y cada uno de los espacios culturales y las actividades que se realizan con dinero público en las Islas. ¿Cómo deberían ser las políticas culturales en Canarias? ¿No debería invertirse más del 50% en potenciar lo local para fortalecerlo y hacerlo competitivo internacionalmente de la misma forma que se hace en otros países de nuestro entorno? No se está hablando de invertir más, esa es otra cuestión, se habla de invertir de forma más sostenible, más racional, más razonable y más justa el dinero de los canarios destinados a la cultura ‘de’ Canarias.
De hecho esta es una reivindicación sempiterna del sector y que quedó reflejada en el Plan Estratégico del Sector Cultural ‘de’ Canarias que, como tantas otras cosas, se quedaron en tan solo buenas intenciones a juzgar por lo leído.
Enrique mío… sabemos bien que, hoy por hoy, el principal enemigo de la creación (escénica y no escénica) en el territorio que habitamos es el político y, por ende, las administraciones y los gestores públicos de la cultura (excepto raquíticas y honrosas excepciones). La isla de Tenerife peca de las mismas dolencias y no estaría mal ir exponiendo un «estado de la cuestión» clara para que todxs sepamos exactamente en qué se invierten los pocos dineros públicos que en teoría han de servir para reforzar la estructura creativa de Canarias y los circuitos favoreciendo contextos estables para las culturas (en sus distintas representaciones). Dislates como la gestión disparatada de las ayudas a viajes de Canarias Crea (frente a modelos como el del IRLL en Cataluña) o los impagos reiterados por parte de las administraciones (véanse ejemplos como el del dinamizado Ayuntamiento de La Laguna-ciudad-cultural, sea de quien sea la responsabilidad en la tesorería) están dejando hecho un herial al ya desolado y paupérrimo entramado cultural canario y en la más absoluta miseria -y no es una metáfora- a los artistas y profesionales, ya acostumbrados a trabajar gratis (no cobrar en seis meses o en un año es trabajar gratis). La desolación es tal que no quedan ni fuerzas para alzar la voz… La cultura está, hoy por hoy, más al servicio de la política que nunca. Abierta y descaradamente se juega al resultado exitoso (?) más que al proceso a medio-largo plazo y los desequilibrios entre proyectos (Festival de Música de Canarias Vs Resto) son tan flagrantes que no hay propuesta cultural en Canarias sin fecha de caducidad y sin el abuso y la explotación de sus promotores/ejecutores. Todo ello sin haber avanzado un ápice en mecanismos que posibiliten -de verdad- otras vías de financiación y sin exigir en ningún caso que la Administración Pública de la Cultura esté al nivel de experiencia y conocimientos como para realizar su trabajo con unos mínimos de eficiencia (las áreas de cultura de las administraciones rebosan incompetencia en tareas que requieren un alto grado de especialización, de apertura, de visión y de conexión con otras administraciones y agentes). Atados de pies y manos y con síndrome de Estocolmo…
siempre poco. muy poco
Lamentable, años trás años se repiten las mismas situaciones y cada año a peor. Y no solo el Cabildo porque de parte del Ayuntamiento más de lo mismo, basta con ver la programación que presentó el Temudafest. Gente que trabaja para la foto como la Sra Bolta o que solo piensan en la rentabilidad económica como el Sr Juan Márquez, pero que lejos están de cumplir con los objetivos que su puesto les demanda. Y si damos vuelta por los distintos ayuntamientos y teatros, bueno… ahí si que ya es la leche, cualquiera programa. Ineficiencia y falta de voluntad política es lo que está condenando al sector de la cultura. ¿Propuestas? Porque también es cierto que nuestra crítica se repite sistematicamente sin lograr resultado alguno. Quizá el cambio deba empezar por nosotros. Lo seguro es que habrá que recordar todo esto antes de poner el voto en la urna.
La realidad es que el sector ha propuesto que se aplique un porcentaje a la inversión en cultura que revierta directamente en el sector creativo e industrial canario, y así lo refleja el Plan Canario de la Cultura como también otros estudios, pero ningún político se ha propuesto incluirlo en su programa político.
Y en parte de la opinión pública subyace la idea de que las ayudas al plátano por parte de las administraciones son «inversiones» y que por el contrario la inversión en cultura es tirar el dinero. Hay mucho inculto que reivindica su derecho a seguir siéndolo. Y la culpa de esto es un sistema educativo que sigue sin preocuparse por la cultura desde niños.