la_matracaEn Canarias, la palabra matraquilla significa -según el Diccionario de Canarismos del doctor Marcial Morera- la “Insistencia molesta en un tema”. Es una expresión ampliamente empleada en el lenguaje popular, también conocida en Cuba, y presente en varias obras de escritores canarios como Pancho Guerra o Víctor Ramírez.

Su origen tiene que ver con un antiguo instrumento musical de carácter litúrgico llamado matraca. Derivado del árabe mitraqa (martillo), la matraca es un idiófono compuesto por un tablero y una o más piezas móviles en forma de martillo que pueden ser de madera o metal, y que golpean el cuerpo central. Puede contener de uno a tres de estos martillos, así como un mango. Su sonido es desapacible y tenía por objeto sustituir a las campanas de las iglesias durante la Semana Santa, en los días que aquellas no tañían. Según los historiadores, este instrumento se introdujo en Europa, a través de Alemania, en la Alta Edad Media. Fue muy popular entre los siglos XVI y XVII y su uso aparece reflejado en varias obras de autores como Cervantes, Góngora o Quevedo.

Su función no litúrgica está ligada a diversas manifestaciones tradicionales de Sudamérica. En el carnaval de Oruro, en Bolivia, se emplea para la danza de la Morenada; en México durante las fiestas patrias de Independencia, especialmente durante la celebración de El Grito de Dolores. En Perú se utiliza durante los concursos de Marinera. El hermano menor de la matraca es la carraca, empleada en muchos países por niños en celebraciones populares.

Pocas iglesias españolas cuentan con una matraca en buen estado. Hace pocos días se recuperó, tras un meticuloso trabajo de restauración, la de la Catedral de Santa Ana, en Las Palmas de Gran Canaria, que volvió a sonar después de que dejara de usarse en torno a 1950.