El escritor y periodista Javier Reverte, una de las firmas españolas de la literatura de viajes con más prestigio y lectores, acude este sábado, 28 de septiembre, a las 19.00 horas, a la sección Tan lejos, tan cerca del Festival Internacional de Viajes y Aventuras de Puerto de la Cruz, Periplo, para presentar su libro En mares salvajes, un viaje al Ártico. Reverte, que no entiende los viajes sin la aventura, afirma que «en los viajes hay que arriesgar más el corazón que el cuerpo».

Javier ReverteLa obra de Javier Reverte, que ejerció el periodismo durante años, abarca poemarios, novelas y libros de viajes. Si uno se guía por su entusiasmo, los libros de viajes son los que más satisfacciones le han producido. En su opinión, «el viaje es irse» y en sus rutas siempre hay espacios para los imprevistos.

«Me documento mucho sobre el país, saco el billete y contrato una o dos noches de hotel», explica, después se deja llevar.

Se desplaza, come y vive como los habitantes del sitio que visita, porque lo que le interesa son las cosas importantes en todos los lugares: el amor, la libertad, la justicia, la amistad… «Nunca me han gustado los guías, ni las piedras, ni los monumentos», añade.

Para el escritor madrileño, «las cosas necesarias para moverse por la vida son las mismas en todos los lugares del mundo y eso se aprende viajando; cuando lo haces, los dogmas se caen tan fácilmente como las gafas».

Sobre la transformación que se produce en los viajeros, Reverte insiste en que conceptos como patria o nación se difuminan y carecen de importancia. «Para mi estos conceptos solo son importantes en cuanto a la cultura, a la lengua, pero si representan la negación del otro es fascismo», asegura.

El autor de El sueño de África, Vagabundo en África o Los caminos perdidos de África recomienda que los viajes se emprendan en soledad. «Yo siempre viajo solo y lo hago de una forma lenta, sin prisas y con macuto. Así tienes la necesidad de abrirte a la gente que encuentras y eso es fundamental», apunta.

Reverte se confiesa un privilegiado, no porque los viajes cuesten demasiado dinero, «gastaría lo mismo o más en Benidorm o Puerto de la Cruz», pero sí por el tiempo de que dispone. Sus viajes pueden durar hasta tres meses. «En ese tiempo vives sin necesidad de consultar a nadie, como te da la gana y acabas volviendo asilvestrado», admite.

Esta forma de irse es la que aconseja también a los jóvenes: «los viajes forman muchísimo» y considera que las mujeres no deben ponerse cortapisas para hacerlo solas, aunque advierte que es fundamental el lugar donde se decide ir. En este sentido, cuenta que encontró una señora de 70 años con su macuto en Sudán, que, ya con los hijos y nietos haciendo su vida, había decidido recorrer África.

Respecto al ejercicio del periodismo, Reverte sostiene que «nunca fui un periodista vocacional» y que nunca «he creído en la liberta de prensa, solo hay libertad de empresa». El que fuera subdirector del diario Pueblo cree que el periodismo ha muerto: «Ahora los periódicos no me interesan. Están llenos de noticias que ya conozco por otros medios, de opiniones, que pueden ser muy buenas pero yo tengo las mías, y han desaparecido los reportajes, que son la esencia del periodismo», asevera.

Él llegó al periodismo por tradición familiar -tíos,  primos y un hermano han ejercido esta profesión- y también así arribó a la literatura. «Mi padre y sobre todo mi madre eran grandes lectores. Los héroes de mi madre eran los escritores y, como todos los niños, quise ser el héroe de mi madre. Por eso me hice escritor», comenta.

Javier Reverte aconseja leer, no solo porque es divertido, sino como una forma de vivir cosas que han escrito otras personas, que «acaban siendo tus amigos, aunque estén muertos» y citó especialmente a Homero, del que dice que, a pesar de que no está ni siquiera comprobado que haya existido, le ha proporcionada tanta satisfacción que lo considera su amigo y lo continúa leyendo y releyendo.