EFE.- La fuente de la Pila es el vestigio civil más antiguo que queda en Santa Cruz de Tenerife, una ciudad en la que no queda ningún rastro arquitectónico de sus primeros 200 años de historia.
Esta fuente pública, de sencilla construcción y realizada en piedra volcánica, fue inaugurada en el año 1706, hace ya 308 años, cuando abasteció de agua potable a toda la capital en cualquier época del año.
El cronista oficial de la capital, Luis Cola, ha recordado en una entrevista a Efe que esta fuente representó «un avance enorme» para Santa Cruz de Tenerife, ya que hasta su construcción los ciudadanos sólo contaban con el agua de los barrancos y la de los pozos de las casas más adineradas.
Esta situación finalizó cuando el capitán general Agustín de Robles hizo que el agua de los nacientes de Anaga llegara hasta la actual plaza de La Candelaria, donde se instaló la fuente de la Pila, a la que llegaba el agua potable después de recorrer más de 10 kilómetros.
Luis Cola, que acaba de publicar el libro «Itinerario histórico de Santa Cruz de Santiago de Tenerife» en el que se abordan los hitos de las raíces de la ciudad, ha lamentado que no quede ningún rastro civil anterior al año 1706.
El progreso y la utilización de los malos materiales son las causas, según Cola, de que hayan desaparecido los primeros 200 años de historia de la capital, donde se construía con piedra basáltica, tierra, cal y madera de tea.
A pesar de estar muy desfigurado, el barrio más antiguo que se conserva en Santa Cruz de Tenerife es la zona de la calle de La Noria, en la que se ubica la Iglesia de La Concepción, y la construcción más antigua la ermita de San Telmo, del inicio de la segunda mitad del siglo XVI.
Según ha explicado el cronista oficial, allí empezó y se fundó la ciudad hasta que empezó a desplazarse hacia la plaza de la Candelaria, de ahí que la parada de tranvía que se sitúa en esa zona lleve el nombre de «Fundación».
El barrio del Cabo, actualmente una de las zonas de la ciudad donde el metro cuadrado es más caro, fue un barrio marginado, donde se instalaron las industrias que podían representar algún peligro para la población, como las carpinterías, herrerías o panaderías.
Así, en caso de que se produjera un incendio, el barranco de Santos podía servir como cortafuegos, ha asegurado el experto, quien ha denunciado que no quede ningún testimonio del pasado en este barrio.
En aquella época, en torno al año 1582, Santa Cruz de Tenerife tenía unos 750 habitantes, aunque ese mismo año hubo una epidemia de peste que redujo la población a unos 250 habitantes.
Si no desapareció la ciudad, cuya población se duplicó en el siglo XVII, es porque era el puerto de La Laguna, antigua capital de la isla, y era por donde entraba toda la mercancía.
El barrio del Toscal era la zona agrícola de Santa Cruz, donde más fincas y huertas había.
Cuando el agua empezó a llegar a la Costa Sur, zona donde hoy está la refinería, las huertas se trasladaron allí, ha revelado Luis Cola, quien ha destacado que la refinería se situaba muy a las afueras de la ciudad, separada por campos de huertos de la urbe.
Otra de las curiosidades que ha detallado de la capital es que en su frente marítimo había pequeñas salidas al mar, por ejemplo, frente a la Alameda, próxima a la calle de La Marina, había una playa de arena negra en la que hombres y mujeres se bañaban a diferentes horas.
También ha hablado del parque García Sanabria, conocido por los más mayores de la capital como el «proparque», ya que se hizo una suscripción popular a favor de este espacio.
Este parque, construido por vecinos y comerciantes con financiación colectiva, fue abierto en el año 1926 para dar respuesta a una demanda social que exigía una zona ajardinada amplia.
Luis Cola, que acaba de publicar su libro número catorce, se ha entrevistado con expertos y ha recabado información del archivo municipal y del diocesano del provincial para sacar adelante su última obra.
Un libro en el que anima a los ciudadanos de Santa Cruz de Tenerife y a los visitantes a que tengan un poco de curiosidad por conocer los orígenes de la cocapital de Canarias.
Por Belén Rodríguez