Flores fragmentadas, cuevas guanches húmedas y sensuales y mariposas que asemejan sexos alados son parte de las obras realizadas en los últimos diez años por el creador canario, que reclama una erótica de la mirada al espectador.

EFE.- Flores fragmentadas, cuevas guanches húmedas y sensuales y mariposas que asemejan sexos alados son parte de las obras realizadas en los últimos diez años por el creador canario Fernando Álamo, que exhibe desde el 13 de febrero en Tenerife y que reclama una erótica de la mirada al espectador.

Fernando Álamo

El artísta Fernando Álamo durante la inauguración de la exposición «Fernando Álamo 2004-2013», en la sala de la Fundación CajaCanarias en la capital tinerfeña

La exposición se muestra en el espacio cultural de la Fundación CajaCanarias en Santa Cruz de Tenerife, donde permanecerá hasta el 10 de mayo tras su exhibición en el Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria, ciudad donde reside el creador nacido en la capital tinerfeña en 1952.

El creador dijo en la presentación de la muestra que se ha recogido una selección «exhaustiva y bien ordenada» de la obra realizada en el período 2004-2013 y que parte de la sección denominada «El jardín en el agua», cuando «me inventé» un espacio expositivo en la antigua cochera del barranco de Guiniguada en Las Palmas de Gran Canaria.

Cerca del mercado del puerto de la capital grancanaria encontró un día una flor gigantesca a la que un paseante llamó «la vara del emperador», y que dio pie «a esa tremenda cursilada» de pintar flores, algo que le ha «atrapado» durante años.

Las flores de Álamo son fragmentadas, en intensos rojos, verdes o en blanco y negro y algunas las pinta «a la manera de Matisse» o «avec Monet», parte son una mezcla de fotografía y pintura y otras son ocultas por tremendas manchas de polen.

Es en esta última etapa, la de «Flowers y por narices» cuando empieza a aburrirse de las flores y se radicaliza hasta llegar a «Apéndices», unos arquetipos definidos por un par de manchones y un eje vertical marcados por la ambigüedad, pues pueden ser narices o genitales masculinos, según comentó el comisario de la exposición, Carlos Díaz-Bertrana.

También pertenecen a este período los cuadros realizados por Fernando Álamo a partir de una serie de fotografías de la familia del rey Leopoldo II de Bélgica que encontró en un mercado de Bruselas, y cuyos rostros ha ocultado con círculos de colores, un borrón intencionado sobre la crueldad con que se gobernó en el entonces llamado Congo belga.

En su sección «Cueva de guanches» el artista recrea la obra homónima de Óscar Domínguez y la reinterpreta «sobre las partes blandas y húmedas», con lo que la transfigura en un placer sensorial, en la pulsión sexual, al igual que en su serie «Labidópteros», mariposas aladas que parecen ser sexos que vuelan.

Carlos Díaz-Bertrana señaló que «el festín sensual e irónico» que representa la obra de Fernando Álamo tiene algo excepcional en el mundo del arte: a casi todo el mundo le gusta.

El responsable de Acción Cultural de la Fundación CajaCanarias, Álvaro Marcos Arvelo, opinó que la obra de Álamo «causa placer al espectador» como muestra «un espacio para las pasiones humanas».

«Las grandes manchas de polen que ocultan las flores no reinventan a esta flor, es que desaparece porque prevalece el arte de pintar, y el propio creador ha llegado a presentarse irónicamente como un jardinero polinizado», detalló Arvelo.