Los grupos folklóricos reinventaron la manera de entender la música y los bailes tradicionales. Por un lado, descontextualizan la tradición con propuestas escénicas a veces muy cuestionables (en lo artístico como en su autenticidad) y realizan teatralizaciones de una realidad añorada e inexistente. En la otra cara de la moneda, han sido valedores de la tradición y depositarios de un legado que es posible que hubiera desaparecido sin estas formaciones, que comenzaron a existir en Canarias en torno a la segunda mitad de 1940.
En cualquier caso, algunos grupos han tenido grandes trayectorias y han sido verdaderos símbolos de identidad cultural. Uno de ellos es ‘Los Campesinos’ de Lanzarote, que cumplen este año sus bodas de oro.
Nacidos en 1964, aportaron una forma estética diferenciada, huyendo del modelo de traje típico, con el uso de la vestimenta de las mujeres y hombres del campo de la isla. El germen del grupo tuvo su fuerte en varios folkloristas del pueblo de Tao, como el timplista Manuel Betancort, el instrumentista Felo López o el magnífico cantador Juan Betancort, cuya atronadora voz dejó un imborrable recuerdo en la memoria lanzaroteña. También de este pequeño pueblo vino a sumarse a las filas de ‘Los Campesinos’, uno de los mejores cantadores de la ‘Isa del Uno’, el entrañable Juan Quintero, que fuera presidente del grupo durante muchos años.
Al margen de sus músicos y cantadores, su grupo de baile ha levantado siempre al público de los muchos lugares en los que han actuado. Los famosos y enérgicos giros de sus Malagueñas o la coreografía de La Saranda son parte de la estética popular lanzaroteña.
Dirigidos por el incansable folklorista Miguel Ángel Corujo, preparan para su cincuentenario un buen número de proyectos que servirán para dar un nuevo impulso a este colectivo, tan apreciado en Canarias.