EFE.- El Tenerife Espacio de las Artes (TEA) inaugurará una exposición permanente de Óscar Domínguez, artista canario del surrealismo, bajo la denominación de «Entre el mito y el sueño».

TEA Tenerife Espacio de las Artes

Óscar Domínguez está considerado un símbolo en la creación experimental por su vinculación con el movimiento surrealista y su papel como inventor del procedimiento de la decalcomanía, ha destacado Isidro Hernández, comisario de la muestra, durante la presentación de la sala.

La exposición, que se irá renovando cada cierto tiempo, presenta treinta obras que se corresponden a las diferentes etapas creativas del pintor y que dan buena cuenta de la contribución de Domínguez a la pintura surrealista, ha resaltado el comisario.

El responsable de la exposición destacado que el artista canario ha sido considerado, junto con Joan Miró y Salvador Dalí, el tercer gran nombre que España dio a la pintura surrealista, por la calidad subversiva de sus creaciones y su participación activa en el surrealismo.

Isidro Hernández ha destacado que la exposición posee un planteamiento dinámico, abierto y lleno de recursos expositivos que hacen la visita del espectador atractiva y didáctica, pues junto a la obra del artista se exhiben un conjunto de fotografías y elementos de carácter documental.

En la sala se podrán ver obras pertenecientes a su periodo de influencia daliniana de principios de los años treinta, pasando por sus pinturas cósmicas hasta su etapa informalista que caracteriza sus últimas obras, ha resaltado Isidro Hernández.

El consejero insular de Cultura y Patrimonio Histórico, Cristóbal de la Rosa, ha señalado que el conjunto de obras expuesto pertenece, en su mayor parte, a la colección que ha ido formando el Cabildo de Tenerife a lo largo de varias décadas, aunque se han incorporado algunas piezas procedentes de colecciones particulares y de varias instituciones canarias.

El consejero ha resaltado que se trata de una exposición «muy amigable» para la gente más joven y ha señalado la importancia de que la entrada para los residentes sea gratuita, ya que permitirá llevar el legado de Óscar Domínguez al conjunto de la población.

Carlos Alonso, presidente del Cabildo de Tenerife, ha resaltado que la exposición permanente supone «un hito» y satisfacer el compromiso que se había adquirido con la obra de Óscar Domínguez, en un espacio que ya tiene la «madurez» para tener la capacidad de exponer la obra de la forma adecuada.

La infancia del artista transcurrió entre La Laguna y Tacoronte, mientras que a partir de 1927 empezó a combinar su residencia en Paris con varios viajes a Tenerife, hasta que, a partir de 1936, la capital francesa se convirtió en su hogar definitivo hasta su muerte, en diciembre de 1957.

Obra de Óscar Domínguez

Óscar Domínguez

 

Isidro Hernández Gutiérrez

Conservador Jefe Colección TEA Tenerife Espacio de las Artes

Tanto por la calidad subversiva de sus creaciones, como por su participación activa en el Surrealismo -episodio crucial en las artes de la Vanguardia del siglo XX-, Óscar Domínguez (Tenerife, 1906 – París, 1957) ha sido considerado, junto con Joan Miró y Salvador Dalí, el tercer gran nombre que España dio a la pintura surrealista. Si bien su infancia transcurre entre La Laguna y Tacoronte -donde su familia contaba con haciendas y plantaciones-, a partir de 1927 combina su residencia en París con varios viajes a Tenerife, hasta que, ya a partir de 1936, la capital francesa se convierte en su hogar definitivo hasta su muerte, un 31 de diciembre de 1957.

El nombre de Óscar Domínguez suscita evocaciones diversas: para unos es un pintor visionario, el inventor de la «decalcomanía»; para otros, el excelente constructor de objetos surreales -esas máquinas imposibles e insolentes, erotizantes y transgresoras, siempre poéticas-; y aún habrá quien aluda al artífice de inquietantes realidades oníricas que sacude, en palabras de Agustín Espinosa, «los raíles de un tren en llamas». A través del rostro multiforme de su obra, de su subversión y renovación constantes, Óscar Domínguez representa al artista por siempre insatisfecho, al creador inconformista, libre en su libertad creadora. Sin embargo, esa fiebre inconstante de su pintura, movida por el exceso de experimentación, además de su carácter espontáneo, impulsivo y tragicómico de «disidente perenne -subraya Pérez Minik-, de esos que después de cualquier revolución no saben construir un mundo nuevo», no siempre permitió a Domínguez apurar todas las posibilidades de sus propios hallazgos, por lo que su obra se convierte en una continua búsqueda de nuevas formas de pintar, dibujar y escribir.

Desde sus composiciones de influencia daliniana de principios de los años treinta –La bola roja (1933) o Le dimanche (1935)-; pasando por la genialidad de sus pinturas cósmicas –Los platillos volantes (1939)- y superando el período metafísico y la asimilación del estilo picassiano, ya en la década de los cuarenta –Mujer sobre el diván(1942)-; hasta alcanzar su técnica del triple trazo y, posteriormente, la etapa informalista que caracteriza a sus últimas obras –Delphes(1957)-, la fatal predisposición de Domínguez hacia los alucinados vericuetos de la imaginación y su permanente experimentación se convierten, finalmente, en la guía de todo su itinerario creativo. En efecto, el pintor tinerfeño se caracteriza por una práctica pictórica absolutamente enmarcada en la intuición onírica, presidida por un espíritu liberador en estado puro que está en perfecta consonancia con la maquinaria clandestina, vertiginosa e irracional del Surrealismo.