Su principal objetivo será promover a través de este movimiento gastronómico los productos locales, como la oveja pelibuey, el cochino negro o la papa bonita

EUROPA PRESS.- Cinco restaurantes formarán a finales del próximo verano el primer Convivium Slow Food de la provincia tinerfeña, cuyo principal objetivo será promover a través de este movimiento gastronómico los productos locales, como la oveja pelibuey, el cochino negro o la papa bonita.

Así lo ha anunciado en una entrevista a Europa Press el chef y propietario de la Finca El Patio de Tita, Arjan Bruins. La comunicación oficial del nuevo Convivium se producirá casi con seguridad el próximo mes de septiembre. Para ello, la cúpula nacional e italiana deberán dar su visto bueno, lo que podría tener lugar entre junio y julio.

Convivium Slow food

Los restaurantes que formarán este grupo local son ‘Casa Conchita’, situado en el municipio gomero de Arure; ‘La Casa del Volcán’, en Fuencaliente; Tasca Viana 61, en La Laguna; Bodegón Tasca Tapias, en La Orotava, y Finca El Patio de Tita, en Los Realejos. Todos ellos tendrán el honor de poder colgar la placa del ‘caracol’.

Una vez creado el nuevo Convivium, el siguiente paso, explicó Bruins, será informar a otros cocineros de cómo pueden hacerse socios, y un grupo de técnicos independiente se encargará de controlar que los restaurantes cumplan con los requisitos Slow Food.

Este movimiento nació en 1989 en Italia en oposición al ‘fast food’ y a la ‘fast life’ para recuperar las tradiciones alimentarias locales, luchar contra la pérdida de interés por los alimentos, su sabor y sus orígenes, y para demostrar cómo determinadas decisiones alimentarias influyen en el mundo.

Para Arjan Bruins, «se trata de una cultura gastronómica que intenta proteger el patrimonio cultural a través de la gastronomía, utilizando el máximo posible de productos locales, con lo que también se consigue proteger el paisaje local».

Hoy Slow Food es una cultura gastronómica presente en 150 países con una red de 100.000 socios, pero a diferencia de otros Convivium, Canarias forma en sí mismo un solo territorio Kilómetro 0, lo que permite tener productos de otras islas.

Slow Food se apoya en tres criterios interconectados: bueno, que significa alimentos frescos, sabrosos y de temporada que pertenezcan a la cultura local; limpio, que implica técnicas de producción que no dañen el medio ambiente ni la salud de las personas, y justo, que supone precios accesibles para el consumidor, con remuneraciones dignas para los pequeños productos.

Según Arjan, esto permite que no haya intermediarios, lo que significa que sólo dos manos tocan los productos: el agricultor y el cliente, fomentando así la gastronomía local a base de productos de la tierra.

De hecho, este chef holandés cuenta en su restaurante con una finca ecológica donde cultiva sus propios productos con el objetivo de acercar la agricultura ecológica a los consumidores y hacerles partícipes del entorno y condiciones de producción.

ONCE AÑOS EN TENERIFE

Arjan Bruins llegó a Tenerife hace once años tras haber trabajado con el sistema Slow Food en distintos lugares del mundo. En su primer restaurante, que abrió en Santa Cruz, comenzó a explicar a la gente lo que significaba esta cultura y con los años ha podido ver cómo ya se ha empezado a tener más conciencia.

Para el chef, la mejor comida es la que se hace con productos locales y muy pronto se dio cuenta de la riqueza «tan alucinante» que existe en Canarias, ya que «cada dos kilómetros nos encontramos con productos distintos».

Sin embargo, cuando llegó a la isla y empezó a hablar con otros cocineros, comprobó que el conocimiento que tenían de los productos locales era «muy bajo». De hecho, recuerda cómo en un taller celebrado en Puerto de la Cruz sobre el cordero, muy pocos chef sabían que existía una oveja canaria que se llamaba pelibuey.

«Sabemos hacer un puchero, un conejo en salmorejo, pero cuando se trata de la oveja pelibuey, morena o plátano, se pueden hacer muchas cosas y no se hacen». Es más, contó que en países como Laos la flor del plátano, que en Canarias se desecha, es uno de los mejores productos para hacer ensaladas, ya que tiene un nivel de hierro mucho mayor que el propio fruto.

Gracias a los cocineros que llegan de fuera y a que la gastronomía canaria está cogiendo cada vez más fuerza fuera de las islas, sobre todo por los vinos, esto ha ido cambiando, también debido a que cada vez hay más gente que viene a comer a las islas atraídos por el exotismo de la gastronomía local, reconoce Arjan.

SER REBELDES

Slow Food también trabaja para promover un sistema de alimentación mundial más orientado hacia las producciones locales, las culturas de los territorios y las necesidades de las comunidades, de manera que la Unión Europea pueda liderar una reforma del sistema de alimentación mundial.

Para ello, los Convivium crean redes locales para reunir a todos aquellos que creen que comer es un acto agrícola y producir alimentos es un acto gastronómico, tratando así de ser también un «poco rebeldes» contra las grandes superficies.

«En un restaurante Slow Food enseñamos con orgullo nuestras materias primas; sin embargo, los controles a los que nos vemos sometidos son mayores a los de los establecimientos de comida rápida», comenta el chef.

Desde su punto de vista, «lo que se está haciendo es facilitar el funcionamiento de cadenas enormes de alimentación que están perjudicando al pequeño agricultor y a la gente que quiere cocinar de verdad que, lamentablemente, cada vez son menos por las prohibiciones y reglamentos que tienen que cumplir».

Según Arjan, «no somos hippies, somos luchadores y rebeldes que queremos demostrar el Slow Food a través de nuestra cocina porque, de lo contrario, dentro de diez años terminaremos cocinando con pastillas porque no habrá otra cosa, y nuestra obligación es informar, enseñar y educar».

Así, los Convivium o grupos locales difunden la filosofía de Slow Food por el mundo traduciéndola en actos concretos, desde cenas temáticas, degustaciones, visitas a productores y a granjas, ferias, conferencias y debates, hasta festivales de cine. Otros realizan cursos de educación del gusto para niños y mayores, apoyan mercados de productores o campañas locales e internacionales.