Juan José Cardona, alcalde de Las Palmas de Gran Canaria y presidente de la Fundación Auditorio y Teatro, firmó un acuerdo mediante el cual el arquitecto y pintor Agustín Juárez dona a la propia Fundación seis acuarelas relativas al Teatro Pérez Galdós.

Agustin Juarez

Estas pinturas reflejan la visión del artista, quien intervino en la remodelación del coliseo grancanario, sobre este emblemático recinto que es bandera de la cultura en la ciudad y que así queda plasma en su obra.

Breve reseña histórica del Teatro Pérez Galdós es el principal recinto teatral de la ciudad española de Las Palmas de Gran Canaria, sede permanente del Festival de Ópera de Las Palmas de Gran Canaria Alfredo Kraus.

Está situado al sureste del barrio de Triana, cerca del mar, en el margen izquierdo de la desembocadura del barranco de Guiniguada. Se trata de uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad y, tras la reforma integral culminada en 2007, uno de los teatros más modernos de España.

Hasta mediados del siglo XIX, Las Palmas de Gran Canaria no contaba con un lugar adecuado para llevar a cabo representaciones escénicas. La idea de construir uno se había concebido desde 1830 y su más decidido promotor fue Benito Lentini, pianista y compositor italiano afincado en la ciudad. El primitivo Teatro Cairasco, que se levantara en la plaza del mismo nombre, fue encargado al arquitecto Santiago Bary, comenzando las obras en 1842 y finalizando en 1845. Fue éste el primer teatro que se construía en la provincia de Las Palmas, sin embargo, los escasos recursos económicos disponibles dieron como resultado un recinto con bastantes deficiencias constructivas, un mal que se agravó cuando, años después, la sociedad del Gabinete Literario se vino a instalar en el mismo edificio. Entre la falta de espacio y las deficiencias del inmueble, pronto surgió la necesidad de construir un nuevo teatro.

Para ello se barajaron otras zonas de la ciudad dónde levantar el nuevo coliseo, optándose finalmente, no sin cierta polémica (el propio Galdós ridiculizó su ubicación al lado del mar), por un solar propiedad del ayuntamiento en la desembocadura del barranco Guiniguada. Cómo se hiciera antes con el Cairasco, se constituyó una sociedad civil por acciones con el fin de recabar fondos entre la ciudadanía para la construcción del nuevo teatro. Se asignó el proyecto al arquitecto Francisco Jareño y Alarcón (Albacete, 1818) quien, años antes, había proyectado en Madrid el edificio del Palacio de Bibliotecas y Museos que hoy acoge las sedes del Museo Arqueológico Nacional y de la Biblioteca Nacional.

En 1862 comenzaron las reuniones para recabar fondos entre los ciudadanos, mediante el llamado empréstito patriótico, y en 1867 se iniciaron las obras que se prolongaron por espacio de más de dos décadas debido a problemas económicos. Finalmente, el coliseo levantaría su primer telón en 1890, aunque ya en 1888 el afamado tenor italiano Stagno había ofrecido un concierto benéfico en el escenario provisional de un teatro aún sin terminar que primero se conoció como Teatro Nuevo y más tarde sería bautizado en el nombre de Teatro Tirso de Molina. El motivo por el cual recibió el nombre del dramaturgo madrileño aún no se ha aclarado lo suficiente, pero bien es cierto que el personaje no tenía vinculación alguna con la ciudad como para dedicarle un edificio. Habría que esperar, unos años más tarde, a la puesta en escena de la obra Electra, de Benito Pérez Galdós, representada con notable éxito en 1902, para que el teatro recibiera el nombre del escritor grancanario, que por aquel entonces ya contaba con cierto renombre y parecía más coherente darle su nombre al teatro de su ciudad natal.