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La OFGC ofrece como novedades en su repertorio África de Saint-Saëns y la Rapsodia sinfónica de Turina, con el pianista
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El grancanario Jorge Robaina como solista, y la Sinfonía en tres movimientos de Stravinski.
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Cerrará el programa la Sinfonía nº 2 de Beethoven
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El concierto tendrá lugar el viernes 17 de junio en el Auditorio Alfredo Kraus a las 20.30
Escuchando al mar, la tierra duerme, obra del grancanario Ernesto Mateo que toma como inspiración la melodía tradicional canaria del arrorró, recibirá su estreno absoluto con la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria en el decimonoveno concierto de abono de la temporada 2015-2016, que tendrá lugar el viernes 17 de junio en el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria a las 20.30 h.
En este programa debutará al frente de la OFGC de Jaime Martín, prestigioso maestro español que es actualmente director principal de la Orquesta de Cadaqués y director artístico del Festival Internacional de Santander. Como solista actuará el grancanario Jorge Robaina, que regresa a la temporada de la OFGC para abordar dos composiciones nunca antes tocadas por la OFGC: África de Saint-Saëns y la Rapsodia sinfónica de Turina.
La Sinfonía en tres movimientos de Stravinski, novedad también para la Orquesta Filarmónica, y la Sinfonía nº 2 de Beethoven ponen el broche a un programa que une musicalmente Centroeuropa y la periferia atlántica.
El estreno de Escuchando al mar, la tierra duerme de Ernesto Mateo (Arucas, 1981) constituye un nuevo eslabón de la colaboración de la OFGC con Promuscan en favor de la creación musical en las islas. En referencia al empleo del arrorró, el propio Mateo explica que “el mar nunca deja de mecer a la isla con el movimiento de sus olas, y de calmarla con su sonido como si le cantase una nana, así que decidí basar la pieza en la tradicional melodía del arrorró. “
Dos composiciones para piano y orquesta nos permitirán disfrutar de las visiones complementarias de Saint-Saëns y el español Joaquín Turina. El francés nos regala en su fantasía para piano y orquesta África de 1891 un retrato lleno de viveza rítmica y motivos folclóricos característicos del norte africano, en donde recaló después de un período de convalecencia, mientras el sevillano muestra en su Rapsodia sinfónica de 1931 un diálogo entre el instrumento solista y la sección de cuerdas más propicio a la evocación atmosférica que a la cita literal de su proverbial andalucismo.
Destacada es también la parte solista para piano –como también para arpa, en decidido contraste– en la Sinfonía en tres movimientos de Stravinski que abre el concierto, partitura compuesta en Estados Unidos entre 1942 y 1945, en pleno conflicto bélico mundial. El compositor ruso afirmó que “cada episodio de la Sinfonía está unido en mi imaginación con una impresión cinematográfica de la guerra”.
La Segunda Sinfonía de Beethoven, obra vigorosa pero remansada en el tierno lirismo del Larghetto, nace en un momento en el que la tragedia de la sordera va a marcar de por vida al genio de Bonn. Muy presentes aún rasgos genuinamente clásicos, aparecen ya plenamente configurados los modos y el impulso creador y de lucha que llevarán pronto a Beethoven a revolucionar el mundo sinfónico.