Prevalece en la obra de Eugenio Espinoza la vieja noción que daba Jackson Pollock a sus obras: la de arena, un escenario abierto donde se contiene la noción física del ser humano. Así, en Re/retrospectiva el espacio se salpica de diversas piezas que componen un extenso decorado que anhela vida y movimiento.

El inicio de la exposición queda presidido por dos enormes puertas poligonales que marcan el acceso al resto de salas. En esta primera estancia se destacan una serie de artefactos que invitan a ser recogidos del suelo y experimentados en distintas disposiciones. La señalética del creador venezolano, básica y bícroma, se contiene en este discurso como directora de un movimiento aún por existir. Pervive un espíritu lúdico y casi infantil, que conecta con la noción de Gadamer que sitúa el concepto de juego como un péndulo que compone la obra, el sujeto y la experiencia de la contemplación, haciendo a todos partícipes del relato. Este continúa en Impenetrable, donde el divertimento consiste precisamente en no poder pasar a una sala cubierta por bastidores elevados sobre el suelo sobre los que se sitúa una tela de estampado cuadrangular. Cuando puede apreciarse la instalación desde su parte lateral, se aprehende, además de la negación del camino, una visión aún más sesgada de la pieza.

Es posiblemente en Tres Gracias donde se comprende de manera completa la intención de Espinoza de efectuar una delimitación de trayectorias: se disponen tres grandes piezas de tela donde debe introducirse el cuerpo para caminar en el sentido contrario a la pared. El efecto de ser consciente del propio movimiento impedido por un tejido geométrico pretende eliminar la noción tradicional de la sala del museo, cuya principal voluntad debe ser el recorrido libre y fluido. Este argumento se refrenda en la instalación El Prado, donde –y más allá de la referencia al característico color negro español– se niega al visitante cualquier penetración en el espacio, siendo recluido constantemente a los bordes. La exposición finaliza con un mural de clara referencia al maestro conceptual Sol LeWitt, donde se mienta a las siete Islas Canarias en forma de descomposiciones geométricas, haciendo recordar los desarrollos de figuras del americano.

A pesar de la levedad aparente de la labor comisarial, las salas quedan completamente transformadas para acoger sus contundentes piezas. Es por esto, que la abstracción de Espinoza representada en estas series inéditas fomenta una reflexión acerca del espacio vivido y del propio espacio expositivo, en una poética que, extraída de su contexto original, genera un sentimiento de ambigüedad.

juego y error interior

El proyecto Impenetrable

Retro/retrospectiva 2016-1973. Eugenio Espinoza.

Comisario: Roc Laseca.

TEA Tenerife. Santa Cruz de Tenerife. Hasta el 25 de septiembre.