Foto de Juan Manuel Aleman con su clarinete de cuerpo enteroJuan Manuel Alemán era primer clarinete solista de la prestigiosa Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba cuando decidió emigrar y quedarse en Canarias para compartir y transmitir su sabiduría a nuestros jóvenes. Músico de una profunda educación musical fraguada entre grandes maestros, tuvo el privilegio de nacer en una Cuba donde «la música es un alimento» en todas las casas. Pero además nació en una familia de músicos. Mejor dicho, nació en un entorno de grandísimos músicos como ya tendremos ocasión de comprobar. Pero hoy iniciamos las entrevistas a la familia Alemán de la mano de Juan Manuel con el que Canarias Cultura pudo conversar y preguntarle a conciencia. Comprobaremos que es tan buen conversador como músico.

– Usted procede de una gran familia musical cubana  ¿Qué recuerda de sus orígenes?

«Gracias por lo de “pertenecer a una gran familia musical cubana”, suena un poco rimbombante eso; pero he de reconocer que mi papá y mi hermano son dos grandes músicos y que en mi familia, sobre todo por parte de padre, ha habido y hay más músicos con muy buen oído musical.

Empecé a estudiar música en mi pueblo natal, Güines, con la profesora Mina Vals (fabulosa) y de ahí mis padres me becaron en la Escuela Provincial de Arte de Matanzas dónde empecé con el clarinete (instrumento preferido de mi mamá) siendo el primero que me puso la boquilla en la boca Juan de Armas Pizzani, uno de los grandes clarinetistas cubano, ganador de prestigiosos premios internacionales, que recientemente ha estado por aquí por Gran Canaria de vacaciones y tuve la oportunidad de verlo y ¡tocar con él después  de treinta y pico de años! y accedió desinteresadamente a impartir una clase magistral a alumnos de clarinete que quisieron asistir a ella. De allí continué con mis estudios de clarinete en la Escuela Nacional de Arte en La Habana continuando en el Instituto Superior de Arte con los profesores Roberto Sánchez López y  Alfredo Valdés-Brito Hoyos. El primero gran clarinetista en su juventud, creador  junto a los grandes nombres del clarinete en Cuba -Juan Jorge Junco y Enrique Pardo- de la escuela clarinetística cubana y de los que aprendí mucho. Ellos nos contaban sus vivencias como clarinetistas en la Orquesta Filarmónica de La Habana y otras orquestas de la época. Fueron todos ellos dirigidos por los grades directores de orquestas del pasado siglo que visitaron Cuba: Kleiber padre, Karajan, Koussevitzky, Stravinsky, Bruno Walter, etc; aunque el preferido de mi maestro Roberto Sánchez era Antal Dorati.  Y del segundo aprendí una enormidad, inconmensurable. Brito acababa de regresar muy joven de estudiar en la antigua RDA, habiendo ganado numerosos premios internacionales. Tenerlo de maestro y tocar a su lado ha sido mi mejor escuela.

La verdad es que le debo a muchísima gente lo que soy hoy. En primer lugar a mi Mamá y a mi Papá porque desde antes de nacer me alimentaban con música, y por supuesto a todos los maestros antes citados y a los que no fueron maestros directos míos pero fueron y son grandes clarinetistas, como el grandísimo Paquito D’Rivera, que no conocí en Cuba pero sí he tenido la fortuna de asistir a sus conciertos  aquí en Gran Canaria y aprender cada día escuchando su música;  y también a profesores de otras especialidades de los cuales recibí mucho».

–  ¿Por qué decidió venir a Canarias?

«A España llegué en el año 1992 en una gira por la península con la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba. Al finalizar la gira decidí no regresar.  Me vine para Gran Canaria porque ya tenía unos tíos y primos que se fueron de Cuba en el año 1984 y desde entonces viven en Arucas. Ellos ya llevaban muchos años ayudándonos desde aquí».

– Usted es un músico polifacético ¿Prefiere tocar Clásica, Jazz o música cubana? 

«Bueno, todos los estilos  y géneros musicales son ricos de tocar y disfruto mucho al hacerlo. Me gusta mucho tocar estándares de Jazz, así como obras clásicas del repertorio clarinetístico que toqué cuando estudiante y que incluyen a autores cubanos del repertorio de concierto cubano. Es rico tocar todo eso. Aunque lo que más me gusta es la enseñanza».

–  ¿Por qué es tan normal que los músicos cubanos «le peguen a todo y encima muy bien»?

«Influye que muchos de nosotros hemos tenido profesores espléndidos que nos exigían mucho. La música es un alimento más para casi todos los cubanos. En nuestras casas se oía todo tipo de música y también el nivel de competitividad es grande. Por ahí va la cosa mas ó menos».

– ¿Cómo percibe usted la situación actual en Canarias? ¿Le hace arrepentirse de haber venido?

«Los recortes me han afectado a mí y a muchos otros,  pero tenemos que seguir ‘pá lante’ e intentar abrir nuevos caminos porque en la gran mayoría de los casos cuando se cierra una puerta otra se abre. No sólo no estoy arrepentido de haber venido sino que cada día estoy más feliz de vivir aquí».

– ¿Qué diferencias existen entre las políticas culturales canarias y las cubanas?

«Bueno, dentro de esas políticas culturales cubanas estuvo la de crear primeramente escuelas y becas como la ENA, la ENIA, las EPA, las EVA, el ISA, la de la Escuela de Cine más adelante, entre muchas otras instituciones que perduran hasta hoy, donde se imparten clases por grandes profesores. Ésta idea fue magnífica y propició, y sigue propiciando actualmente, a muchísimos  buenos artistas, muchos de ellos de reconocido prestigio internacional. En ellas el rigor es máximo y lo que enseñan te lo enseñan muy bien. La necesidad de superación y de hacer lo mejor posible te la inculcan desde niño; pero también esas mismas políticas culturales incluyeron en un momento determinado que la música Jazz, por ejemplo, fuera marginada muchos años; ó que la música de los Beatles (incluso ya habiendo desaparecido el grupo como tal) fuera catalogada de “diversionismo ideológico” para la juventud; o que el escritor Guillermo Cabrera Infante fuese visto por los funcionarios cubanos (o lo es  todavía, no lo sé) algo así como el portador de la peste bubónica; aunque sus libros y los de Lydia Cabrera, así como discos de Jazz y sobre todo Rock entraban escondidos, y a veces, por medio de los mismos funcionarios que los prohibían, cosa paradójica. Tampoco debemos olvidar que muchos aspirantes a estas escuelas y universidades, en su momento, no pudieron estudiar en ellas por declarar abiertamente sus creencias religiosas, y otros, que estando ya dentro, fueron expulsados por “problemas ideológicos”».

– «Diversionismo ideológico»… Vaya forma más original de definir a The Beatles (Risas) ¿Cómo ve entonces el panorama cultural en Canarias en contraposición al que vivió en su Isla natal?

«Aquí en Canarias hay muchísimos músicos y artistas geniales. Es  evidente. Hay muchos grupos y agrupaciones musicales de todos los estilos, actuaciones en los teatros casi continuamente. La Orquesta Filarmónica de Gran Canaria es estupenda y está integrada por muchos músicos canarios. Hay fantásticos festivales de música, de teatro, de danza, etc. Me parece que el panorama es bueno».

– Atención, pregunta comprometida;  ¿Considera que en Canarias los músicos tienen el mismo nivel que en Cuba?

(Risas) «Aquí hay muchísimos buenos músicos, de excelente nivel muchos de ellos, a la altura de cualquier país. Si te empiezo a dar nombres no terminaría, y además son conocidos por todos».

–  ¿Y el público? ¿Considera que en Canarias es tan receptivo a las artes como en Cuba, más o menos?

«Para mí el público aquí es genial; conocedor, y hay público para todo. Cosa buena».

– Acaba de presentarse un magnífico CD de la Perinké Big Band que contiene una composición suya… ¿Se siente más compositor que intérprete?

«Primero darle las gracias a Ximo que me brindó la oportunidad de participar en este disco y que disfruté mucho. Yo no soy compositor, ni arreglista, ¡Que más quisiera yo! Escribir una sola nota me cuesta mucho. Sólo soy clarinetista, que fue de lo que me gradué. Las Big Bands me fascinan y no me canso de escucharlas y disfrutar de su pegada y sutileza; es un mundo muy musical y fabuloso y de una excitación enorme. Soy fan de ellas gracias a mi papá.

Plano corto de Juan Manuel Aleman con su clarinete–  ¿Qué anécdota destacaría de su carrera hasta hoy?

«Bueno, que casi me ‘cago tó’ cuando toqué por primera vez con la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba. Tenía que tocar segundo clarinete en el Ballet Petrushka de Stravinsky. En los ensayos no me enteraba. Al final salió. Creo».

–  ¿Qué consejos le daría a una persona que quisiera seguir sus pasos?

«Acabo de leer la magnífica entrevista que le has hecho a mi amigo Rayko León y no se me ocurre mejor consejo que dar que él ha dado. Mejor imposible, como la fabulosa peli protagonizada por Jack Nicholson».

– Si tuviera que quedarse solo con la integral de un compositor o un intérprete… ¿A quién eligiría?

«¡No puedo elegir mi hermano! Si escogiera a Beethoven tendría que dejar fuera a Tchaikovsky, a Brahms, a Pink Floyd, a Mozart, a Lecuona, a Freddie, Roger, Brian y John; es decir Queen, a Ignacio Villa; es decir Bola de Nieve, a Beny Moré, a Pérez Prado, a Ravel, a Elvis, a Nat King Cole, a Benny Goodman, a Paquito D’Rivera, a Ellington, a Basie, a Herman, a Sinatra, a Celia Cruz, a Bebo Valdés, a Oscar Peterson, a Ignacio Piñeiro, a Ray Charles, a Montserrat Caballé, etc, etc, etc… No me perdonaría a mí mismo dejar a cualquiera de éstos y a muchísimos más que no he citado y que escucho continuamente. O me quedo con la música de todos ellos y otros muchos más o con el silencio, que de hecho está presente en la música de todos».