¿Qué hacer con las fotografías, grabaciones sonoras y películas que con- servamos en nuestras casas, locales sociales o lugares de trabajo?, ¿con los materiales que se deterioran por no estar adecuadamente conser- vados? ¿Qué hacer para transmitir la importancia de la conservación de la memoria a través de las imágenes? ¿Cómo poner a disposición del público los archivos audiovisuales? ¿Cómo coordinar a las instituciones y organismos responsables en políticas eficaces de gestión? Muchas pre- guntas sin una única respuesta y, en ocasiones, la respuesta más eficaz no se ha dado desde el sector público.

Si bien en la pasada edición destacó la reflexión sobre la fotografía, en la presente el eje es el cine y, en concreto, el fenómeno del coleccionismo cinematográfico. El reconocimiento y puesta en valor de los fondos de estos coleccionistas es una deuda pendiente y relevante desde el punto de vista cultural.

Todo ello sin perder de vista el objetivo de la recuperación de materiales audiovisuales de interés general, y la necesidad de que los organismos competentes aporten una carta de servicios, que por una parte garantice a los ciudadanos que depositen material su adecuada gestión y conser- vación, y, por otra, la posibilidad de hacerlo accesible a todos.

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