El Instituto Canario de Bioantropología, ICB, de Museos de Tenerife, ha colaborado en la investigación sobre víctimas de las dictaduras latinoamericanas, tanto en el trabajo de laboratorio como en la formación de personal en Antropología y Osteopatología Forenses, impartiendo cursos propios o participando en otros organizados por diferentes instituciones.
Así, el ICB ha contribuido en la formación de técnicos e investigadores de países como Argentina, Colombia, Chile, o Chipre. Ha colaborado, de igual modo, con la Fundación de Antropología Forense de Guatemala que recientemente ha participado en el juicio contra el ex dictador Efraín Ríos Montt por genocidio y delitos de lesa humanidad.
Según el director del ICB, Conrado Rodríguez, “desde 2003, el apoyo prestado a los equipos de Antropología Forense de América Latina se ha centrado, fundamentalmente, en los estudios de patología que a menudo ayudan a confirmar la identificación”, y recuerda el caso de un culturista que pudo ser reconocido gracias a los marcadores de actividad física de sus restos.
El Instituto Canario de Bioantropología, creado en 1993, tiene sus dependencias en el Museo de la Naturaleza y el Hombre, en Santa Cruz de Tenerife y desempeña, entre otras labores, la investigación de los restos bioantropológicos que son encontrados en la Isla y de otros procedentes de diferentes países en el contexto de los desaparecidos. Los equipos forenses que trabajan en esos países han requerido con frecuencia el asesoramiento y apoyo del ICB, que también tiene un convenio de colaboración con el Ministerio de Justicia a través de la Delegación en Canarias del Instituto Nacional de Toxicología.
Por otro lado, Conrado Rodríguez explica que “la identificación genética permite diferenciar individuos y distinguir el origen de los materiales animales y vegetales, con lo que se puede extraer abundante información para realizar estudios poblacionales y de las condiciones de vida de los aborígenes”. Además, se puede trazar una semblanza genética de los habitantes prehispánicos de las islas y verificar los restos bioantropológicos que llegan al Museo Arqueológico. Igualmente, en el contexto arqueológico, el ICB colabora con instituciones foráneas y ha prestado colaboración, por ejemplo, a universidades extranjeras con el fin de identificar agentes patógenos presentes en restos esqueléticos (como la famosa “peste Negra” de 1347-1351, que asoló el mundo entonces conocido).
De igual modo, el trabajo preliminar de investigación traza el camino desde el desenterramiento hasta la mesa del laboratorio, donde se intenta averiguar los datos básicos de la persona: edad, sexo, estatura, marcadores de actividad física y de estado nutricional, estado de salud previo a la muerte, etc. A esto se ha incorporado en los últimos decenios la necesidad de dibujar un perfil genético que dé mayores garantías a la identificación.
Los estudios a los que son sometidos los huesos y otros restos contribuyen a revelar la identidad del sujeto y su posible causa de muerte, y, en el caso de violación de derechos humanos, ayudan también a esclarecer el lapso de tiempo transcurrido entre la detención y el fallecimiento (por el estado de evolución de las fracturas y otros traumatismos, por ejemplo), o los diferentes métodos de tortura, testimonios que luego devienen en imprescindibles ante una autoridad judicial.