El Cabildo grancanario ha impulsado la muestra que hasta el próximo día 27 de junio se exhibe en el Centro Cultural de Artenara (Avda. Matías Vega, s/n) titulada Retratos en la colección de la Casa de Colón, integrada por pinturas fechadas entre mediados del siglo XIX y la década de 1940.

Roncote con pipa, obra de Nicolás Massieu y Matos.La exposición forma parte del Circuito de Artes Plásticas Gran Canaria en Vivo, que, de manera itinerante, se exhibe por distintos centros y espacios culturales de la Isla, y está organizada por el Centro de Artes Plásticas de la mencionada Consejería, a partir de obras de los atractivos fondos del museo americanista.

Retratos en la colección de la Casa de Colón puede visitarse de lunes a viernes (salvo festivos), de 16.00 a 20.00 horas. Los sábados y domingos dicho centro cierra sus puertas. Tras su paso por Santa Brígida y Agaete, la muestra proseguirá su periplo por Agüimes (septiembre-octubre).

Entre las piezas de la muestra sobresale La Dama, fechada a mediados del siglo XIX, la cual nos acerca a una persona austera y distante. Algo similar ocurre con el retrato de José Oliver de Valentín Sanz Carta, del mismo siglo. Frente a estos retratos fríos, se puede ver el de un Carlos III de aspecto bonachón. Federico Valido retrata a Felipe Massieu Verdugo mostrándolo como un personaje desdibujado que aparece con porte sereno, enfatizado por el rostro amable que se esconde tras una gran barba blanca.

De 1930 son ya dos retratos de Massieu y Matos. Ambos realzan las cualidades de los retratados con contención en las miradas y las sonrisas, aumentando su cercanía. De Gómez Bosch se muestra en esta selección una obra marcadamente regionalista y complaciente, el retrato de una mujer ataviada con vestimenta nestoriana (1934). En cambio, las obras de inicios de la década de 1940 realizadas por Carlos Morón y Lola Massieu, ofrecen al público retratos más descarnados, más duros, personajes que muestran en sus rostros acaso la complicación que han conllevado sus existencias.

El retrato es un género casi consustancial al ser humano, a su necesidad de proyectarse hacia el otro y, para ello, se han creado infinidad de arquetipos que representan las múltiples facetas del yo. Así, puede ser representación fidedigna, imaginada, alegórica, hagiográfica psicológica… El retrato ha indagado en el interior de las personas poderosas, de los desdichados y marginados, de los hombres, las mujeres y los niños, para mostrar la belleza, la fealdad, la perfección o la imperfección. El retrato sitúa también al espectador ante la bondad, la maldad, la indiferencia, la arrogancia y la humildad.

El retrato, en definitiva, presenta tantas variables como personas hay, para lo que indaga tras la apariencia de los rostros buscando y poniendo de manifiesto nuestras grandezas y miserias. En cierta medida, supone la inmortalidad, la trascendencia… Y es que, como reza un viejo aforismo funerario, “vivimos mientras alguien nos recuerda” y, sin lugar a dudas, es uno de los mejores recordatorios de que alguna vez existimos.