radio_antigua_wide

En Radio Paraíso nos abrieron las puertas, pero nos pareció que no era la emisora que más podía adecuarse al programa. Habían aterrizado, además, otros que al igual que Lola y yo se habían quedado sin programa en RNE, concretamente dos tipos cuyo espacio iba justo antes que el nuestro, cuando lo teníamos los sábados por la mañana y que a la primera de cambio nos intentaron calcar el programa: agenda cultural –que no tenían- y algún grupo o músico canario –que tampoco tenían-. Menudo morro los gachós. Tuvimos que ponerlo en conocimiento de Federico, presentando programas grabados para demostrarlo. Luego uno de ellos montaría una emisora llamada Radio LP (creo que ya no existe).

Total, que nos fuimos a Onda Isleña, en El Sebadal. Se trataba de una emisora netamente deportiva. Su director –ex Radio Nacional también, la diáspora- era Segundo Almeida, con una legión de seguidores futboleros. Los taxistas no oían otra cosa, de modo que no era nuestro público, pero pensamos darle tiempo al tiempo.

Tuvimos facilidades para hacer el programa. Claro que no cobrábamos nada, pero la radio nos gustaba, era nuestro hobbie. Afortunadamente, vivíamos de otras cosas. No habría publicidad por el momento; ahora bien, si él conseguía buenos patrocinadores iríamos al 40/60, y si la publicidad la traíamos nosotros sería al 60/40. Desde luego, nosotros nunca vimos un duro en la emisora, ni lo pedimos. Nunca llevamos publicidad, pero sí nos metían anuncios en el programa, aunque poca cosa. El asunto era llevadero, pues se trataba de campañas oficiales del Instituto de la Mujer o cosas así, publicidad de periódicos y promos de programas. En un momento dado empezó a entrar publicidad de gente que específicamente pedía nuestra banda horaria: alguna revista, exposiciones, la Fedac –que nos había patrocinado una año entero en Radio Nacional- y algunas otras. De todas formas era poca y no violaba nuestros principios de alcohol, tabaco, multinacionales o charcuterías. Hablamos con Segundo y se puso a la defensiva. Argumentaba que nuestro programa generaba gastos, pues alguien tenía que hacernos la mesa y estar allí las tres horas de programa. El caso es que estuvimos casi tres años muy a gusto en la emisora, ocupando los sábados entre las seis y las nueve de la noche, y llenando esa tarde con un programa en directo y una audiencia considerable. Nos hacía la mesa en esa primera etapa en Onda Isleña, Santi Moreno (actualmente redactor de los servicios informativos locales de la SER). Éramos un equipo genial que se lo pasaba muy bien. Desde ese momento aprendimos que no tienes que cruzar los dedos pensando quién está en la mesa y cómo lo hará. En realidad, con el tiempo firmamos aquello de “juventud divino tesoro” al hablar de los controles de sonido.

Segundo nos había ofrecido publicitar en prensa el programa, tanto en el Canarias 7 como en La Provincia, pues tenían un convenio de intercambio publicitario entre ellos: la radio hace promos de los diarios y éstos insertan un espacio en la prensa promocionando algunos programas. Pero En Bandeja de Plata jamás ocupó uno de aquellos cuartos de página de los periódicos que Segundo utilizaba para otros programas de su emisora, sobre todo para espacios deportivos.

Era un antitabaco radical –lo cual no me parece mal-. En la emisora no se podía fumar, y había un cenicero en la escalera, junto a la puerta de entrada, donde debían desplazarse sus empleados –algunos de ellos hijos suyos- para echarse el cigarrito. Algunos de ellos, hijos suyos. Nosotros estábamos solos –Lola, Santi y yo además de nuestros invitados- la tarde del sábado, Segundo Almedia tenía el gusto y la educación de pasarse en determinados programas: la tarde del primero que hicimos, los últimos antes de las vacaciones de Navidades o verano, y de vez en cuando de forma sorpresiva. Recuerdo una vez que uno de los invitados era Arístides Moreno. Evidentemente, Segundo no sabía quién era Arístides, que además había venido con un perrito pequeño que tenía y por supuesto con su guitarra para tocar unos temas en directo. Estábamos fumando un cigarrito antes de entrar en antena y se presenta Segundo. Le echó una pajarraca a Arístides de esas de no te menees. Que si no se puede fumar, que si no ves los carteles, que qué es eso de venir con un perro… Bueno, cuando se fue nos desacíamos en disculpas con Arístides. Qué corte. Menos mal que nos llevábamos muy bien con ambos.

Santi, nuestro control, acabó largándose a Radio Libertad, y llegó Andrés, otro chaval joven con el que congeniamos desde el primer momento. Hacía un año que le veníamos diciendo a Segundo que deseábamos liberarnos el sábado, que queríamos tener el fin de semana libre, sin ninguna actividad pautada, sobre todo para poder viajar de vez en cuando. Siempre nos contestaba que pasar el programa a un día entre lunes y viernes era del todo imposible. Así que un buen día, después de habérselo expuesto muchas veces, hablamos con él para decirle que nos íbamos, que todo había sido muy bonito y habíamos estado muy a gusto –como era verdad- pero que en Radio Libertad nos habían buscado un hueco de tres horas en la tarde del jueves. Segundo se mostró sorprendido y, desde luego, se molestó muchísimo. Nos recriminó el no haberle advertido que si no nos buscaba un hueco entre semana nos iríamos a otra emisora. El caso es que a pesar de confesarse muy ofendido nos despedimos con educación, pues como ya he dicho nuestro trato con él fue siempre cordial y correcto.

Segundo Almeida estaba atravesando en esos momentos cierta crisis por unas declaraciones que había hecho sobre el entrenador de la Unión Deportiva, García Remón. Tenían un claro tinte xenófobo hacia los peninsulares, cuando, que yo sepa, hay cantidad de entrenadores de fútbol no ya ajenos a  la región en la que entrenan, sino extranjeros. Recuerdo que él en alguna ocasión se defendía de esas acusaciones con nuestro programa:

-Yo no tengo nada de xenófobo contra los peninsulares. La prueba es que tengo a peninsulares haciendo programas en mi emisora -se refería a Lola y a mí, pues creo que éramos los únicos.