EFE.- Restos óseos y de cerámica hallados en la cueva malagueña de El Toro, una de las más relevantes del Neolítico en la Península, viajarán desde la Universidad de La Laguna al futuro Museo de Prehistoria de Andalucía para su exhibición como muestra de la cultura anterior a los constructores de dólmenes.

El material ha sido custodiado por la Universidad de La Laguna desde finales de la década de los 70 del pasado siglo, explica en una entrevista el catedrático de Prehistoria Dimas Martín Socas, quien ha especializado su área de investigación en Andalucía, norte de África y sur de Portugal.

El catedrático, que dirige el proyecto de investigación en la cueva de El Toro de Antequera, explica que la primera campaña en este enclave de la sierra malagueña se realizó en 1977, cuando conoció el lugar y se percató de que los materiales que contenía podían ser muy importantes.

Dimas Martín SocasDimas Martín Socas, que entonces realizaba su tesis sobre la Edad del Cobre y los megalitos, constató que la cueva estaba muy bien conservada y decidió proponer el proyecto de excavación, que continuó hasta 1988 para después proceder al estudio de todo el material encontrado.

La cueva de El Toro se ocupó como lugar de habitación de forma intermitente desde finales del sexto milenio antes de la Era, en torno a 5.250, hasta mediados del segundo milenio, en torno al 1.500.

En ella se han encontrado restos de unas doce personas y además se localizaron semillas básicamente de tres tipos, cereales (trigo y cebada), leguminosas (habas) y bellota dulce destinada a consumo humano y restos de cestería vegetal.

El catedrático de Prehistoria explica que también había en la cueva de El Toro ejemplares de cerámica «muy elaborada y de una calidad extraordinaria», pues casi el 80 por ciento de las piezas encontradas están decoradas con inscripciones incisas o acanaladas, que cubren toda la vasija o parte de ella. Esta cerámica era destinada al uso cotidiano, para la cocina, como contenedor o para el transporte de sustancias y Martín subraya que las piezas tienen «una fuerza y una potencia importante». Parte de ellas también están pintadas y en la cueva Los investigadores han encontrado asimismo evidencias de que en torno al 4.200-4.000 se cocía la cerámica dentro de la cueva y había además producción de tejidos.

En cuanto a los pobladores de El Toro, el catedrático precisa que la cueva se ocupó en una primera fase, entre el 5.250 y 4.800 aproximadamente, se habitaba entre diciembre y abril, en invierno, y se usaba en momentos determinados, además de para el hábitat humano, como redil para el ganado.

En torno al 4.000 la cueva pudo haber sido habitada de forma permanente durante unos 150 años, añade Dimas Martín Socas, quien señala que lo importante de El Toro es su extraordinario estado de conservación, hasta el punto de que las bellotas se encontraron «con la carcasa».

A ello ha contribuido el que la cueva está en la sierra, en un lugar de difícil acceso que sólo frecuentaban los espeleólogos, pues en su interior hay una sima de casi 32 metros.

Ahora se pretende habilitar la cueva para que su visita sirva como punto de arranque para conocer a la población anterior a la época de los megalitos, un ejemplo de cómo se articulaban las primeras sociedades de campesinos y pastores en Andalucía.

También dentro de la propuesta de declarar al conjunto de dólmenes de Antequera como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco se utilizará la cueva de El Toro como precedente de los constructores de megalitos.

Mientras, el equipo de la Universidad de La Laguna prepara los materiales encontrados en la cueva de El Toro para su exposición permanente en el futuro Museo de Prehistoria de Andalucía.