Es lamentable, de verdad. Como español que soy y me siento, ahora mismo me encuentro compungido y apesadumbrado, a la par que avergonzado, por mi zafia actitud y la continua opresión a la que entre todos sometemos al noble pueblo catalán obligándolos a formar parte de este país por el mero, simple y estúpido hecho de estar geográficamente dentro de él. Qué ocurrencia la nuestra.

Y desde aquí quiero romper una lanza en su nombre (o dos o tres, sin escatimar, que para eso somos españoles) y apoyar con todas mis fuerzas la independencia de Cataluña. Y de corazón suplico, reclamo, imploro, insisto e incluso ruego con fervor al Gobierno Central que se conceda a Cataluña de manera inmediata la emancipación completa, total y absoluta de este antiguo y noble reino. Y, actuando en consecuencia de ello, pido:

– Que todo aquel que se considere español pueda abandonar Cataluña, recibiendo facilidades para habitar cualquier ciudad del amplio territorio nacional y, por supuesto, mantenga intacta su nacionalidad, derechos y obligaciones inherentes.

– Que todas las empresas cuyo capital no sea íntegramente catalán salgan de inmediato del recién creado país y despidan a los trabajadores catalanes, ya que tendrían la consideración de extranjeros y teniendo en cuenta el alto número de desempleados en España, deberían tener prioridad.

– Que de la misma manera, todas las empresas catalanas que se encuentren fuera de su territorio, salgan de él o modifiquen de inmediato su forma de tributación según la legislación vigente y paguen sus impuestos como empresas extranjeras. Si les interesa.

– Que Cataluña quede automáticamente fuera de la Unión Europea (se requiere un largo proceso para entrar) y adopte una nueva y devaluada moneda que propongo se llame Puyol, nombre que por alguna extraña razón ya suena a dinero.

– Que el país catalán forme y mantenga su propio ejército y fuerzas de orden público, no contando con ayuda externa en caso alguno (veo a los Mossos frotándose las manos).

– Que los equipos deportivos de todas las competiciones nacionales (perdón, españolas) abandonen sus respectivas ligas y se creen las homónimas catalanas. Así, la Liga Gallina Blanca (por ejemplo, ya que dicha empresa firmó el Estatut) estaría formada por el Barcelona, Español, Sabadell, Lleida, Girona, etc… Y la Copa del Rey podría ser la Copa Generalitat. Prometedor. La parte positiva es que hasta que Messi, Suárez y Neymar puedan rescindir sus contratos con el F.C. Barcelona para huir con el rabo entre el nacionalismo, van a meter tropecientos mil goles (o como se diga en catalán).

– Que España cobre un impuesto especial en cada ocasión en que los productos catalanes atraviesen sus fronteras (algo complicado de evitar) y que suba los precios de todos los productos que requieran ser exportados a Cataluña.

– Que el 19% de catalanes que actualmente están en el paro tengan la obligación de encontrar trabajo en su país (obvio) dado que, como ya he citado anteriormente, se le debe dar prioridad a los españoles. Del mismo modo, sus ingresos por desempleo deberán salir de las abultadas (supongo) arcas catalanas.

– Que del mismo modo que por el desempleo, las pensiones de los catalanes salgan de las mismas (ya no tan abultadas) arcas catalanas.

– Y que de la deuda pública de España (por cierto la segunda más alta entre países desarrollados) le sea asignada su parte a Cataluña, para que sea abonada por sus ya demacradas arcas.

Todo esto sin profundizar en las complejas repercusiones, entre otras, políticas y financieras que tendría para el nuevo país independizarse de España (los inversores se lo pensarían dos veces antes de desembolsar capital)

También pido que una vez independizados, arruinados y sin acudir al Camp Nou ni con una invitación al palco que incluyera copa de cava y cena a base de pan tumaca elaborado por el mismísimo Ferrán Adriá, los dejen así unos cuantos meses. Y después, como español de carácter y sin más intención que tocarles los Cojons, rogaría que en la siguiente Diada, en ese 11 de septiembre que conmemora la caída de Barcelona en manos de los tropas borbónicas, se invada Cataluña y se vuelva a incorporar al lugar del que nunca debió querer salir: ESPAÑA.

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Daniel Romero Armas